Hablar sobre la apología al delito y a la violencia, debe ser una acción constante de las instituciones, los medios de comunicación, y de las familias.
Recientemente, se hicieron virales las fotografías sobre una fiesta infantil, cuya temática fue “narcos”. Las imágenes de la fiesta que organizó un jugador de futbol profesional en México, por el cumpleaños de su hijo, reflejaron a un grupo de niños que portaban armas largas de juguete, vestidos con gorras con iniciales de Joaquín Loera Guzmán, conocido narcotraficante mexicano, y de lo que simulaba chalecos anti balas.
La nota publicada en diversos medios de comunicación, sobre todo, a través del periodismo virtual, que no tiene fronteras, inmediatamente desató una serie de posturas sociales, de quienes se jactaron en ver como “ridículo” condenar lo que para ellos evidentemente se trataba de un derecho, y por otro lado, posturas de censura, de crítica moral e inclusive, reacciones de instituciones que calificaron de incorrecto e ilegal este tipo de acciones.
La apología del delito, está contemplada como delito en el artículo 208 del Código Penal Federal, Libro Segundo, capitulo VII, descrito como:
“Al que provoque públicamente a cometer un delito, o haga la apología de éste o de algún vicio, se le aplicarán de diez a ciento ochenta jornadas de trabajo en favor de la comunidad, si el delito no se ejecutare; en caso contrario se aplicará al provocador la sanción que le corresponda por su participación en el delito cometido.”
La apología del delito, se trata de expresiones que exponen, difunden, y apoyan a normalizar e incitar el delito y el vicio, así como de la omisión de impedir algún delito, y se considera en nuestro marco normativo mexicano, como un atentado contra el libre desarrollo de la personalidad, la dignidad humana o la integridad física o mental. Para que esta sea tipificada como delito, debe ser pública, difundirse y publicitarse.
Sin embargo, las redes sociales, suelen ser un detonante que convierte lo privado en público. Como ejemplo, lo que puede definirse como un derecho humano, de aceptar y normalizar ciertas prácticas (no delictivas), la publicación del festejo infantil, expuso la normalización de la cultura de la violencia, o “narco cultura”, hacia un público que ve como un modelo de referencia a un futbolista con renombre. Así mismo, se abre el debate de la exposición de menores de edad hacia la normalización de una práctica delictiva que causa infinidad de muertes diarias en el país y en el mundo.
Mucho más allá de posturas u opiniones, de las que todas las personas son libres de asumir, la normatividad busca ir regulando acciones u omisiones que, con base a las creencias, la educación y la socialización, como personas, se van adoptando y consolidando en normas sociales, y en una cultura que, al ser violenta, normaliza y hace permisiva la narco cultura, el delito y cualquier tipo de violencia.
Tan solo en nuestro país, de acuerdo a cifras oficiales, en 2022, fueron asesinados alrededor de 120 personas diarias por causa del narcotráfico. De manera pública, se ha manejado que, de enero de 2006 a mayo de 2021, han sido asesinadas alrededor de 350 mil personas y más de 72 mil se encuentran en calidad de desaparecidas.
El narcotráfico, como todo mercado, mantiene una guerra de rivalidades, popularidades, que incluso, plataformas como GOOGLE han llegado a medir, bajo el índice de popularidad de los capos mexicanos de la droga.
Las políticas públicas para abatir la delincuencia, erradicar las violencias y proveer garantías a todas las personas, deben centrar grandes esfuerzos en la prevención a través de la deconstrucción cultural. Trabajar para formar una cultura de paz, requiere difundir los límites entre la libertad de acción y todo aquello que abona a la violencia. La violencia es aprendida, y la apología sobre esta, también es un delito.