A partir del domingo y durante los próximos dos años, los extranjeros no podrán comprar viviendas en Canadá, para combatir la escasez de casas y pisos en el país.
Lo anterior es a excepciones para los refugiados o los residentes permanentes, y la ley sólo se aplica a las residencias urbanas y no a estructuras turísticas como las casas de veraneo.
Esta medida fue propuesta por el Primer Ministro Justin Trudeau durante la campaña electoral de 2021. Su partido, el Liberal, se había quejado de que los inversores extranjeros hacían subir los precios, dificultando a los canadienses la adquisición de una vivienda. Se aprobó en primavera.
Sin embargo, el mercado inmobiliario se ha ralentizado recientemente, ya que el banco central ha subido los tipos de interés para frenar la inflación.
Según la Asociación de Agentes Inmobiliarios, el precio medio de una vivienda fue de 630.000 dólares canadienses (465.000 dólares estadounidenses, 435.000 euros) el mes pasado, frente a los 800.000 dólares canadienses de hace un año.
Algunos expertos dudan de que la medida sea eficaz porque los extranjeros representan menos del 5% de los propietarios de viviendas en Canadá, según la agencia nacional de estadística. Estiman que sería mejor acelerar la construcción de nuevas viviendas.
(Con informaciones de AFP)