En las últimas horas, los equipos de rescate informaron que encontraron a un niño con vida entre los escombros de una vivienda en la localidad de Nagrek, en el distrito de Cianjur, epicentro del sismo, que el pasado 21 de noviembre estremeció la isla de Java.
El pequeño, identificado como Azka, fue hallado tras pasar dos días bajo las ruinas y localizado junto al cuerpo sin vida de su abuela.
La noticia llega después de que se conociera que gran parte de las víctimas mortales en Cianjur fueron niños, cuyas escuelas se derrumbaron cuando la tierra se estremeció por el movimiento telúrico de 5,6 de magnitud y 10 kilómetros de profundidad.
Este miércoles 23 de noviembre, la cifra oficial de personas fallecidas aumentó a 271. Las autoridades advierten que es probable que el número de víctimas mortales aumente, debido a que al menos 40 residentes siguen desaparecidos.
Algunas áreas remotas devastadas aún se encuentran inaccesibles debido al cierre de carreteras y deslizamientos de tierra causados por el sismo.
El desastre también dejó más de 2.000 personas heridas y los hospitales cercanos al epicentro en la isla de Java, la más poblada del país, continúan desbordados, con pacientes en camillas en tiendas de campaña instaladas a las afueras de los centros médicos en espera de un tratamiento adicional.
Las lluvias monzónicas interrumpieron las operaciones de rescate
Las fuertes lluvias monzónicas azotan a los sobrevivientes en refugios improvisados y obligaron por unas horas a la suspensión de los esfuerzos de rescate.
Las autoridades explicaron que el temporal torrencial genera el riesgo de deslizamientos de tierra, por lo que fue necesario pausar las operaciones. Sin embargo, fueron reanudadas más tarde.
“Debido a que el sismo fue bastante fuerte y llovió, temíamos que hubiera deslizamientos de tierra, pero hemos continuado con el proceso de evacuación ahora”, aseguró el director de la agencia de búsqueda y rescate, Henri Alfiandi.
Los esfuerzos de recuperación en una lluviosa jornada se centraron en Cugenang, otro de los distritos más afectados, donde al menos una aldea quedó enterrada.
Unos 6.000 policías, soldados y voluntarios excavaron entre las ruinas con sus propias manos, palas y azadones, mientras las fuertes lluvias obstaculizaban sus esfuerzos.
Las autoridades luchan para llevar tractores y otros equipos pesados a través de caminos deslavados a pueblos afectados por los derrumbes.
Entretanto, helicópteros desplegados por el gobierno han tenido que arrojar alimentos y agua a dos aldeas a las que no se puede llegar por carretera.
Los expertos continúan enfocados en encontrar cuerpos e intentar hallar sobrevivientes siempre que sea posible y cuando se agota el tiempo para encontrar a cualquier persona aún con vida bajo las edificaciones destruidas.
Con información de France 24, Reuters y AP