El tiempo es algo muy curioso, quizás lo único que realmente no podemos medir. Porque todo es circunstancial, ya que no es lo mismo 6 años de director ejecutivo de un banco, que los mismos 6 años pagando un crédito; dos meses de viaje en Europa que dos meses en un hospital internado. Pareciera una relación sobre quién carga a quién en el camino, el tiempo a nosotros o nosotros al tiempo.
Esta segunda parte del año, las carteleras del mundo exhiben la película de Elvis Presley, el legendario personaje conocido como el rey del Rock de donde quizás viene el adjetivo “rockstar”; un ser humano que convierte su talento en un hechizo, haciendo sentir a sus admiradores que no es de este mundo y provoca desesperación por tocarlo. La trama es la misma contada una y otra vez que, aunque es extraída de la vida real, curiosamente todos esos seres de gran talento son primero impulsados por un mentor y luego abusados y explotados por el mismo hasta llevarlos a lo que parece ser su autodestrucción, pero materialmente no es así.
La época que muestra la película oscila entre los 60s y 70s, los años que realmente detonaron el mundo en que vivimos, sin embargo, no todos “cargaron” con lo mismo. En ese tiempo de contra partes, unos aprueban el uso de la píldora anticonceptiva y otros enfrentan la explosión demográfica; algunos son enviados a la luna y otros a la guerra de Vietnam; muere asesinado un guerrillero idealista conocido como el Che Guevara, pero también un privilegiado presidente como John F. Kennedy; nace la esperanza de la raza negra norteamericana y muere su liberador Martin Luther King.
Sin duda una época de contrastes producto de la resistencia de las sociedades a entender que el tiempo transcurrido sólo en verdad lo sienten quienes lo vienen cargando y por eso prefieren optar por la incomprensión y la intolerancia.
Impacta enterarse que la estrella mas brillante del mundo del espectáculo de los Estados Unidos haya sido señalada y secuestrada de su tranquilidad por “tener alma de negro”, en un mundo en el que Barack Obama, el primer presidente negro, ya hasta había nacido.
Resulta irónico analizar los hechos de toda esta historia alrededor del por siempre Elvis, un ídolo “blanco” que mimetizó a los “negros” en su música y baile hipnotizando hombres y mujeres de todas las razas. Sin embargo, cada parte del acontecer de esas dos décadas que dieron a luz este ya no tan nuevo tiempo, pasó quizás muy pronto para algunos más cómodos; no así para otros como los discriminados y los luchadores sociales, para quienes transitar debe haber sido un camino muy largo.
Por cierto, para quienes no la han visto, Tom Hanks hace una singular actuación en esta producción de la Warner Bros. en la que algunas veces es difícil reconocerlo. La última parte de la película muestra la escena real del último concierto de Elvis donde viste aquel majestuoso traje blanco casi de super héroe, que muestra un calendario azteca o piedra del sol bordado en la espalda. Lució así por primera ocasión en octubre de 1974 durante sus presentaciones en Tahoe, así como en su último concierto en que canta “Unchained Melody de los “Righteous Brothers” y también para una grabación del especial para televisión “Elvis in Concert” en aquél 1977. Actualmente el traje se exhibe en el museo de Elvis Presley de Graceland, la que en la película aparece como su mansión en la ciudad de Memphis.
Ya poco se escribe en nuestro país sobre el cantante, pero Elvis Presley guardaba un afecto especial para México y su música; de hecho, grabó con algunas cantantes de la época y le gustaba calentar su voz usando el fragmento de la canción “Allá en el rancho grande…allá donde vivía…”
La idea de contar la historia de los ídolos del mundo debe tener un sentido. La de Elvis, nos pone una vez más frente al viejo depredador del verdadero talento en la historia de la civilización: la inevitable “condición humana”; esa que no deja ver que prosperidad se confunde muy fácil con ambición, el poder con el abuso, la justicia con la infamia y la lealtad con la conveniencia. Que sirva tal vez, para tomar decisiones.
Habrá que ver de nuevo la película y explicar mucho de su contenido a las nuevas generaciones. No se la pierdan es testimonio de una gran época y un gran espectáculo. Suerte esta semana.