Por Jesús Francisco Laborín Álvarez
Según el reporte de Tránsito Municipal, durante la semana del 06 al 12 del mes de junio, se registraron 265 accidentes automovilísticos en la ciudad, en los cuales, dos jóvenes fallecieron. Entre las principales causas están: accidentes por alcance, no respetar señalamientos de tránsito, invadir carril, no respetar semáforo, exceso de velocidad, impacto a objeto fijo y por conducir en estado de ebriedad, entre otros.
En todos, los eventos ocurridos, existe una constante que involucró a personas, donde enfrentaron consecuencias; por ello, habría que empezar por referirnos de forma distinta a estos eventos, es decir, un accidente, por definición son los que son impredecibles y su ocurrencia son inevitables; en cambio, un siniestro implica que pueden ser evitables y son predecibles al reconocer las percepciones, emociones y sobre todo, el actuar de los conductores al volante. Dicho cambio, posibilita contar con indicadores objetivos/subjetivos, los cuales permitan estimar el impacto social de una política en seguridad vial. Veamos un ejemplo, la salud es lo primero que se compromete al resultar con alguna(s) lesion(es) temporales o permanentes que implican asumir gastos para la familia y al sistema público/privado de salud. Al contar con registros de lesiones y muertes, se logra evidenciar el problema en su justa dimensión y medir los logros en las estrategias implementadas por las autoridades munincipales o estatales.
En un estudio local, elaborado por (Laborín y Figueroa, 2021), sobre comportamiento vial con el objetivo de evaluar las creencias de autoeficacia, actitudes, motivación y percepción de riesgo en el comportamiento vial. En el mismo, participaron de manera voluntaria 351 jóvenes conductores entre hombres y mujeres con una media de edad 22.0 años. Se les aplicaron varias escalas.
Algunas características socioeconómicas son:
En cuanto a como aprendieron a manejar, el 46.4% aprendió a través de los padres, 24.2% aprendió en academia de manejo y el 6.8% lo hizo a través de amigos.
El 25.9% de los participantes declaró poseer más de 5 años conduciendo, mientras el 16% tiene menos de un año conduciendo; 57.5% cuentan con licencia y 42.5% no cuentan con ella; el automóvil con que conducen, 57.5% conduce un automóvil perteneciente a otros familiares, que pueden ser hermanos, primos, tíos etc, y con menor frecuencia el automóvil, pertenece algún amigo 3.4%; por tipo de automóvil un 74.4% es sedán y en un 11.7% camionetas o pickups; en cuanto a las condiciones legales, el 82.9% conducen un automóvil con placas y el 4.8% sin placas.
En cuanto a poseer un seguro, el 46.4% cuentan con una cobertura total, y el 28.8% conducen sin seguro de ningún tipo; 71.8% nunca han sufrido un siniestro y 28.2% si han participado en alguno. De estos últimos, 3.1% resultó con lesiones permanentes y 13.7% sin lesiones.
Por su parte, en cuanto a las diferencias por sexo, no se mostró diferencias entre hombres y mujeres, estos en sus creencias, actitudes, motivaciones, percepción de riesgo se muestran muy similares entre sí, solo en cuestiones de probabilidad de percepción de riesgo, es decir que pueda ocurrir un siniestro, es diferente y son las mujeres quienes más lo perciben. Por otro lado, los conductores de mayor edad (mayores de 21 años) son lo que mostraron un gusto y conocimiento por la conducción segura obedeciendo las reglas con respecto a los de menor edad; son los conductores con mayor tiempo conduciendo, los que poseen más creencias de autoeficacia que los que tienen menos tiempo conduciendo, de igual, manera se encontró que este mismo grupo tiene más tendencia hacia las actitudes de infracciones y exceso de velocidad, es decir sortean más actitudes al volante por sus creencias de autoeficacia. Se concluyó que el grupo de mujeres poseen una percepción de riesgo mayor en cuanto a frecuencia y probabilidad de enfrentar algún siniestro, con respecto a los hombres; los jóvenes con más de cinco años conduciendo poseen creencias de autoeficacia y actitudes positivas relacionadas con infracciones, exceso de velocidad, conducción descuidada hacia los otros y conducir bajo los efectos del alcohol.
Finalmente, el investigar acerca de la seguridad vial y de los siniestros viales, resulta útil por dos motivos: 1) se confirma la necesidad de un reglamento estricto y una educación formal de la conducta vial, y 2) incorporar el concepto de siniestro vial en los reglamentos, implica considerar a los conductores y peatones con lo cual, nos hace responsables. De lograrse, sería un gran avance para abordar temáticas específicas de los conductores y peatones.
Con información de Jesús Francisco Laborín Álvarez y Elsa Guadalupe Figueroa Miranda (2021).