El caso de Debahi Escobar, joven de 18 años desaparecida en el estado de Nuevo León el pasado 9 de abril, ha puesto nuevamente a prueba a la sociedad, en el reconocimiento y ejercicio de la cultura de la violencia. Son pocos los casos de desapariciones y violencias contra las mujeres, que se apoderan de la opinión pública y forman parte del debate cotidiano.
México está considerado como uno de los países, a nivel mundial, con mayores índices de violencias por razón de género contra las mujeres. Las cifras sobre violencia sexual: violaciones de mujeres, abuso sexual infantil, pornografía y embarazo adolescente, han encabezado el top ten internacional durante años. No obstante, la gravedad de desigualdad y violencia contra las mujeres, poco es el interés público en reconocer un problema cultural que mata a más de 10 mujeres diariamente por la vulnerabilidad de ser mujer.
El caso de Debanhi, ha ocupado los titulares de noticias y ha navegado en las diferentes redes sociales con opiniones y posturas personales, la gran mayoría de ellas, subjetivas y machistas.
De acuerdo a la poca información que se ha hecho pública, la joven asistió a una fiesta en compañía de algunas amigas, quienes finalmente se regresaron antes a casa. La razón no se sabe, pero la versión vertida públicamente es que sus amigas le solicitaron un trasporte de plataforma para ella, el cual no registro su viaje en la empresa a la que pertenecía. El chofer manifestó que la joven de 18 años se bajó en la obscura carretera por decisión propia. La foto virilizada en redes sociales corresponde, según el chofer, a la que el mismo tomó y envió a sus amigas para comprobar que ahí la había dejado.
La información ha estado llena de irregularidades y misterios, sin embargo, la investigación como todo proceso de procuración de justicia es reservada y públicamente poco se sabe de los avances del caso.
La cultura de la violencia ha culpabilizado a las mujeres históricamente de lo que a ellas les sucede, de víctimas se convierten por escrutinio público en las victimarias, en las culpables de lo que les pasa. Así se ejerce la violencia patriarcal, de la que la sociedad en su conjunto interviene, en determinada proporción.
Sin ser parte del sistema de justicia, la sociedad emite juicios, replica y perpetúa violencias. Un ejemplo de ello, ha sido la magnificación de los discursos de odio, acoso y violencias que se han dirigido, desde posturas periodísticas e individuales, en contra de las otras jóvenes, sus amigas, culpabilizándolas de lo sucedido. El motivo: ser mujeres, ser sus amigas, no regresarse juntas a casa. Nadie sabe el porqué, se desconoce cómo regresaron ellas, si estaban sanas, si regresaron o no en circunstancias propicias. Nadie habla de quién se la llevó.
Recientemente, una joven con quien Debahi ha mantenido amistad, interpuso una denuncia por las amenazas que ha recibido, ya que erróneamente se difundió que, como parte de sus amigas, ella había asistido a la fiesta donde se vio por última vez.
Actualmente, en México se encuentran registradas oficialmente 25 mil mujeres como desaparecidas. Se ha vuelto común el ver el rostro de niñas y mujeres buscadas por sus familiares, muchas de ellas, sin retorno a casa.
La trata de personas, se considera el segundo mercado a nivel mundial, después de la venta de armas, incluso más redituable que el mercado de drogas. En la actualidad, se dice que este “negocio” está generando entre 32 y 36 millones de dólares anuales.
México está catalogado como país fuente de tránsito y destino de trata de personas, que a nivel mundial es el segundo negocio ilícito más lucrativo, sólo detrás del narcotráfico. Además, México ocupa el segundo lugar a nivel mundial en turismo sexual infantil, y el terrible primer lugar a nivel mundial con mayor producción de pornografía infantil.
Aunque no hay cifras oficiales, organismos internacionales estiman más de 12 millones de personas que viven en esa situación de esclavitud y explotación en México. El 79 por ciento de las víctimas son para explotación sexual, y el 99 por ciento de ese total, son mujeres y niñas.
La violencia no es lineal, no es solo de persona a persona, la violencia forma parte de círculos que se conforman por quienes la ejercen, quienes la protegen, quienes la justifican, quienes en sus facultades como funcionariado se vuelven cómplices a partir de la omisión, la corrupción y la invisibilización del problema.
La inseguridad es un fenómeno que se genera por diversos factores, y que geográficamente varía en delitos. El incremento en las violencias tiene características propias, causas y circunstancias en cada territorio. No obstante, está intrínsecamente ligado a una deficiente planeación de políticas públicas que garanticen el ejercicio de los derechos y libertades de las personas.
Como sociedad, es vital estar informados, fortalecer los entornos familiares con comunicación, participar en la reeducación cultural, contribuir en el uso y manejo de redes sociales a la sensibilización y prevención. La prevención debe estar enfocada a que a nadie más le suceda, pero también, a que ya nadie más justifique, tolere y forme parte en el círculo de la violencia.