Por Berenice Domínguez Olmedo
Alguna vez te has preguntado ¿Cuándo fue la última vez que no tuviste la solvencia económica suficiente para poder comprar alimentos?
Pareciera que este tema no fuese más un problema en nuestra sociedad actual o que simplemente es algo ya resuelto o del pasado. Pero basta tan solo dar un vistazo a nuestro alrededor para darse cuenta de que el número de personas pidiendo apoyo para “echarse un taco”, trabajando en la informalidad, pidiendo ayuda o limpiando cristales ha aumentado considerablemente.
Si vemos esta problemática mundial con objetividad y observamos a nuestro alrededor lograremos darnos cuenta que hay más de una persona cercana que sabe de un caso en el que alguien necesita ayuda para poder contar con un plato de comida en su mesa.
Todo parece indicar que la problemática para acceder a una alimentación nutritiva y de calidad permanece y se ha recrudecido también con la pandemia.
Pero si esto es así ¿debemos como ciudadanos quedarnos con los brazos cruzados? o bien ¿dejar que el gobierno, las empresas o las organizaciones se encarguen?
Si tenemos la capacidad y el derecho de opinar libremente ¿por qué no habríamos de ser también corresponsables en el planteamiento de alternativas de solución?
Cuando empezamos a vernos y reconocernos como agentes de cambio nos percatamos que ningún esfuerzo es poco ni “chiquito” y para reconstruir una sociedad en donde nadie pierda la salud por falta de una alimentación nutritiva, debemos hacernos conscientes de que sí es posible. Si desde nuestra trinchera desperdiciáramos menos, daríamos la oportunidad de que otros tuvieran acceso a más por un costo razonable.
Una visión global nos dice que, si lleváramos a cabo prácticas más sustentables, el alimento no faltaría para nadie. Sin embargo, sabemos que el problema sigue latente porque es multifactorial y no basta solo la buena voluntad de algunos para ir caminando hacia su disminución.
Se necesitan posturas creativas, claras, concretas y realistas que puedan ser medibles y perfectibles en el tiempo. Solo acciones de este tipo, que vayan a la raíz, permitirán cambios sostenibles en materia de alimentación universal.
Desafortunadamente de la carencia alimentaria en un país de contraste y tan desigual como el nuestro, nadie se salva, pues si se hace un recuento de las últimas mediciones de CONEVAL confirmamos que en los últimos 10 años más de 25 millones de personas a lo largo de la república: 1) tuvieron una alimentación con muy poca variedad nutricional, 2)dejaron de desayunar, comer o cenar, 3) comieron menos de lo que pensaban comer, se quedaron sin comida, sintieron hambre, pero no comieron o 5) comieron una vez al día o dejaron de comer todo el día.
Y aunque para Sonora se señale un avance en reducción de personas en condición de pobreza extrema, sigue habiendo un alto porcentaje de personas y familias que ven limitadas sus posibilidades de acceder a alimentos nutritivos y de calidad pues se enfrentan al reto diario de comer más y gastar menos. Por lo cual el acceso a un mayor volumen de alimentos que aporten valores nutricionales ideales es solo una realidad en un fragmento limitado de la población.
El llamado para atender esta problemática es para todos y todas, no importa si estamos en el gobierno, en las empresas u organizaciones, en mayor o menor medida por igual tenemos la facultad de incidir para que esta lamentable realidad cambie.
Así como se nos hace el llamado a responder la pregunta ¿qué planeta estamos dejando a las futuras generaciones? La invitación es a reflexionar ¿qué desarrollo físico y cognitivo les espera a miles de niños y niñas con su actual alimentación? Y ¿cómo puedo involucrarme para estrechar esta brecha en mi comunidad?
Es por esto que el exhorto en esta columna es 1) seguir conversando del tema: pues hay que dejar de obviarlo o minimizarlo, 2) involucrarnos en soluciones: ser parte de un movimiento o hacer uno propio, no limitar el alcance de nuestras acciones, 3) que no decaiga el ánimo: seguramente siempre habrá obstáculos o dificultades pues el tema es complejo, pero la constancia abrirá caminos y acotará la desigualdad.
“El mundo tiene suficiente comida. Lo que hace falta es voluntad para que todos y todas tengan acceso a esta abundancia” –Kofi Annan
Psicóloga, Gestora Social Comunitaria, Coordinadora de Responsabilidad Social Grupo AGGALL-Coliman e Integrante de la RED HCV.
berenice.dominguez.olmedo@gmail.com