Columna Contra las Cuerdas
Seguramente los ambientalistas que están en contra de la construcción del Tren Maya algo tienen de razón en cuanto al riesgo que representa construir, a marchas forzadas, el proyecto del sureste mexicano y actos de corrupción, pues no hay otra explicación para entender por qué Morena y sus aliados en el Senado de la República frenaron la comparecencia de cuatro funcionarios públicos. Lo que los partidos de oposición como PAN, PRI y MC pedían es que se presentaran ante el Poder Legislativo los titulares de Fonatur (Javier May), Turismo (Miguel Torruco), Profepa (Blanca Alicia Mendoza) y Semarnat (María Luisa Albores) para explicar problemas técnicos y de viabilidad, supuestamente detectados por organizaciones civiles, así como presuntas irregularidades en el proyecto insignia del presidente López Obrador.
Además de que sería puesto en evidencia pública, el hecho de que una de las megaobras de este gobierno no cuenta con estudios técnicos que avalen el desarrollo, como debería ser, por obligación constitucional; la oposición iba a aprovechar los intereses compartidos de Daniel Chávez, empresario hotelero, que hasta antes de la Casa Gris pasaba desapercibido, y la familia López Beltrán.
Al crecer el escándalo de la residencia en Houston, donde vivió José Ramón López Beltrán, salió a la luz la relación familiar y de inversiones entre ambas partes. Además de tener proyectos de desarrollo en la ruta del Tren Maya, el Presidente nombró a Chávez como su representante en la supervisión de las obras.
Una carnicería era lo que les esperaba a los legisladores de Morena, quienes en medio de la mayor crisis que ha enfrentado el Presidente, lejos de ayudarlo hundían más su popularidad, al tratar de defender lo indefendible y lo que, a todas luces, mostró las contradicciones lopezobradoristas por las condenas constantes a la clase media, a la que acusó de aspiracionista y juzgó a las familias por no conformarse con un par de zapatos, una muda de ropa y un auto sedán para vivir y no apoyar a la 4T.
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UPPERCUT: Ahora que la Reforma Electoral fue subida a la mesa de discusión por diversos actores políticos, vale la pena incluir en el debate un peculiar asunto que a los que forman parte de la administración pública o de una institución política, no les gusta hablar mucho, cuando argumentan que todo lo hacen por mejorar el sistema democrático de nuestro país. Pero deberíamos empezar al revés, por discutir el papel de los partidos políticos para favorecer a la democracia nacional; si se compara su acción con la confianza ciudadana en esa revisión, no salen bien librados. Mientras nuestro país tiene a los partidos mejor financiados del mundo, al mismo tiempo son los que más rechazo tienen. Habrá que hacer la autopsia de por qué ocurre este fenómeno, pero ya sabemos que también tiene que ver con la corrupción y la impunidad.