Columna ¿Qué sigue?
“Houston, tenemos un problema”
La llamada “era espacial” comenzó con el lanzamiento del Sputnik, un 4 de octubre de 1957, primer satélite artificial de la historia en orbitar la Tierra, operado por los rusos; sin embargo, el programa norteamericano “Apolo” de la NASA, comenzó en julio de 1960, en medio de la Guerra Fría. Este famoso proyecto anunciado por el presidente John F. Kennedy en mayo de 1961, prometió poner un hombre de pie en la luna antes que terminara la década. Seis de las osadas misiones lograron completar su trayectoria trazada, Apolo 11, 12, 14, 15, 16 y 17, no así el famoso Apolo 13, que fue la séptima tripulada del programa Apolo de la NASA y la tercera destinada a aterrizar en la Luna.
Los tripulantes fueron comandados por James A. Lovell al frente de misión y los pilotos John L. “Jack” Swigert a cargo del módulo de mando y Fred W. Haise del módulo lunar, identificado como Aquarius; existiendo un tercer modulo, el de servicio, identificado como Odyssey. El viaje lunar tuvo aparentemente un lanzamiento exitoso, aún que, en el despegue, el motor central de la segunda fase se apagó unos dos minutos antes de lo previsto, desencadenando un desfase de mecanismos, que, a 325 mil kilómetros de la Tierra, justo unos minutos después de hacer una emisión televisiva, se originó una explosión que los sacó de alcance y quedaron incomunicados. De manera automática el sistema se recupera, y conecta con el centro de operaciones de la NASA; es el momento en que el comandante James A. Lowell, quizás aterrorizado, envía su famoso mensaje: Houston, tenemos un problema.
Sentirse incomunicado en momento de crisis, puede provocar el mas absoluto y controlador pánico y con ello, las decisiones lamentables, emergen provocadas por el caos y la desesperación. Quienes hoy comandan este país, tienen mil 365 días desde su elección, en un viaje en la nave del poder que deberá durar 2 mil 345 días, en suma.
A estas “alturas”, el presidente de México recién atraviesa, por el escándalo de la llamada “casa gris”, investigación realizada por “Mexicanos contra la Corrupción”, que cimbró todas las esferas; ya que puso en entredicho la tan cantada política de austeridad del gobierno en turno. Sumado a eso, el pasado 21 de marzo, se dio banderazo de arranque a las operaciones de El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), ubicado a 50 km al norte de Ciudad de México, en medio de un torrente de críticas y señalamientos, cargando con el escepticismo de los especialistas en materia aeroportuaria, además de que visiblemente no es ni medianamente lo que esperaban los mexicanos al momento de su inauguración.
Para sumarle letras a la carta, el jefe del ejecutivo tiene que ofrecer una disculpa pública, ya que, violentando la Ley del Banco de México, se adelanta y revela durante su “mañanera”, que la tasa subiría a 6.5%, cuando Banxico tenía previsto darlo a conocer a las 13:00 horas de ese mismo día, bajo el calendario de publicaciones de los comunicados de política monetaria.
Todo este caudal de malas maniobras transita en el clima de bajísima credibilidad, provocado por el proceso de “revocación de mandato”, que claramente es una inversión millonaria que no podrá tener ningún valor real; ni siquiera estadístico.
A 195 semanas de aquel 1ro de julio del 2018, ¿pudiéramos decir que la falla viene del despegue? Pues sí, pero no necesariamente por la elección del presidente, al fin y al cabo, en realidad con el currículo más grande y prestigioso, cualquiera nos puede sorprender a la hora de estar en la silla, el desfase comienza, cuando se queda con todas las cámaras.
Recordando que segundos después de lo que se ha convertido en un cliché, “Houston, we have a problem”, pronunciado por el astronauta Lovell en medio del espacio, también comunicó: “Me parece mirando por la escotilla que estamos perdiendo algo, estamos soltando algo en el espacio”, viendo cómo se difuminaba en el espacio el gas que necesitaban él y sus astronautas para respirar. Instantáneamente, el equipo de ingenieros activó las alarmas y comandados por el jefe de operaciones de la misión apolo 13, Gene Kranz, dedicaron cada segundo y molécula de conocimiento a traerlos sanos y salvo de vuelta a la tierra. La operación clasificada como “fracaso exitoso” trajo al Apolo 13 de vuelta a la tierra el 17 de abril de 1970, las 18:07, después de una accidentada misión de 142 horas, 54 minutos y 41 segundos; gracias a la precisión y certeza con que se enviaron las instrucciones, a miles y miles de kilómetros de distancia.
“México… tenemos un problema”. Se nos atravesó una pandemia, una crisis económica, una guerra mundial, un repunte de la delincuencia, una pérdida de confianza y una mala decisión detrás de la otra y no hay certeza de quien más puede ayudar. “El proyecto”, pasa por alto que la misión no es sacar a flote a un partido político, sino a toda una nación. Los muros de contención no son suficientes y el plan es desintegrar las fortalezas. No hay nadie del otro lado de la comunicación liderado el rescate, tampoco hay nadie, o por lo menos no son suficientes liderazgos que piensen “que el fracaso no es una opción.”. Por cierto, frase célebre de la película que cuenta la hazaña y que usó el comandante Kranz, como título de sus memorias. Por lo pronto lo que sigue para los que se animen a intentarlo, es medir bien el despegue para el próximo proceso electoral, todas las decisiones, absolutamente todas, traerán consecuencias.