“Yo creo en el sindicalismo, yo creo en la democracia, en el sindicalismo democrático” (Richard Attenborough).
Según el presidente municipal de Hermosillo, las prestaciones que reclaman los trabajadores municipales jubilados que sostienen eventuales bloqueos en algunas vías importantes de la ciudad son ilegales, porque así lo observó el Instituto Superior de Auditoría y Fiscalización (ISAF), organismo autónomo encargado de la revisión y fiscalización de las cuentas públicas del Estado y municipios (Expreso, 17.03.2022).
Las autoridades consideran que seguir otorgando prestaciones a los jubilados contraviene “disposiciones legales” y que no están para violar la ley sino para cumplirla, además de ahorrarse lo correspondiente a pagos de vales de despensa, apoyo funerario, entre otros que venían gozando desde 1997, así que, siendo tan responsables y cumplidores, mochan de tajo dichas prestaciones y listo.
El cumplimiento de una supuesta observación del ISAF se convirtió en guillotina y con ello se desató una marea de protestas por parte de los afectados y con el apoyo de otros grupos de jubilados solidarios se generó todo un movimiento ciudadano que no parece dispuesto a parar.
Sin embargo, el propio ISAF aclaró que “no es una autoridad competente en materia laboral, por tanto, cualquier asesoría u opinión en esta materia no es vinculante jurídicamente”, y precisa: “El ISAF no ha emitido observaciones derivadas de las auditorías practicadas, respecto al clausulado del Convenio Sindical celebrado entre el H. Ayuntamiento de Hermosillo y el Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Municipio de Hermosillo.” (Oficio ISAF/AM/3905/2022, de fecha 16 de marzo de 2022).
Está claro que lo que menos interesa a la autoridad municipal es el daño económico y moral que puedan causar a los jubilados y pensionados, habida cuenta que es más importante “generar ahorros” que cumplir compromisos vigentes desde hace 25 años, incluso mintiendo descaradamente respecto a la opinión del ISAF.
Como detalle adicional, el sindicato del ayuntamiento, antes que ser garante de los derechos de sus trabajadores, ahora les siguió el rollo a las nuevas autoridades prianistas de Hermosillo y firmaron un nuevo convenio que excluye a los trabajadores jubilados de los beneficios reclamados, en abierta traición a sus compañeros y como una muestra del tamaño de sus dirigentes.
Según lo visto, no sería el primer caso de un sindicato que se pliega a los intereses del patrón en vez de luchar por mantener los beneficios de sus miembros jubilados o adopta actitudes discriminatorias y excluyentes (como es el caso del STAUS cuyo fondo mutualista “no fue pensado para los jubilados”), aunque cabe decir que ninguna ley, norma o acuerdo puede tener efectos retroactivos en perjuicio de persona alguna, según establece la Constitución.
El presidente municipal y equipo, con la confianza de que los trabajadores terminarán aceptando cualquier limosna por razones de necesidad y urgencia, optan por el litigio que es lento, largo y penoso en lomos de un sistema burocrático que, con su paso de tortuga, hace lo posible por agotar las fuerzas de los trabajadores que reclaman sus derechos laborales y sociales para que acepten lo que les caiga, porque “de lo perdido, lo encontrado”.
Aquí es difícil no señalar que el sistema de justicia laboral parece pensado para hacer desistir al trabajador de sus demandas y, prácticamente, empujarlo a aceptar migajas so pretexto de la “conciliación”, siempre a favor de la parte patronal que cuenta con tiempo, dinero y relaciones.
La defensa de los trabajadores jubilados del ayuntamiento debe fortalecerse, y considerar que cada paso que se avance va en abono de una mejor impartición de justicia, que exige un cambio en la mentalidad, las normas y mecanismos de acción enfocados a darle la razón a quien la tiene, no a quien puede untar de dinero al supuesto defensor laboral.
En conclusión, el ayuntamiento mintió a los trabajadores, el sindicato resultó ser patronal, y los abogados y las autoridades se siguen chupando el dedo.
Por lo pronto, las protestas siguen, los bloqueos de calles siguen y el encabronamiento sigue. ¿Hasta cuándo?
José Darío Arredondo López