Columna: ¿Qué sigue?
En 1979, el cineasta británico Ridley Scott, llevó a la pantalla grande la primera entrega de la película Alien: El octavo pasajero. Filme de ciencia ficción que narra la aventura de una tripulación que viaja en el espacio al acecho constante de una criatura que, “sin advertencia”, se gestaba en el cuerpo de la de sus víctimas, para al nacer, ir cazando, uno a uno a los demás tripulantes en medio del espacio, donde no tenían escapatoria. Secuelas y otras producciones de esta historia de suspenso han tenido éxito por más de 30 años.
Así transita la humanidad entera hacia el 2022; al parecer “sin advertencia” de las cifras de contagios y muertes que marcaron el inicio del 2021. En México y como consecuencia de las reuniones del diciembre 2020, se detonó un aumento exponencial de casos activando todas las alarmas, incluyendo un elevado registro de muerte por covid de personal médico.
Para principios del 2021, en México aún no había certeza en la información acerca de cuál sería la estrategia para inmunizar a toda población en general, mucho menos del alcance tendría. El gobierno de la república abrió un sitio de internet para registro previo, pero al parecer se saturó y fue suspendido y unos días después restaurado.
La capacidad hospitalaria de este país también se saturó y las imágenes de angustia y sufrimiento de las víctimas que no alcanzaron atención médica, constantemente nos rompió el corazón. Trágicamente, los espacios y recursos también se acabaron para quienes padecían otras enfermedades.
El lado más gris quizá fueron las despedidas. Funerales vacíos o celebraciones religiosas a través de plataformas digitales. En los crematorios, algunas familias tuvieron que esperar hasta 20 días para incinerar a sus seres queridos. El precio de todo seguía al alza: oxigeno, pruebas covid, cubrebocas; así se multiplicaron las tiendas covid, que resultaron un gran negocio.
La venta de computadoras usadas tuvo un “bum” y no quedó una sola en los talleres de reparación. Cada miembro de un hogar ocupaba una propia; cada alumno de una escuela, cada persona que quería conservar su trabajo. Compartir un solo equipo por familia se volvió crisis, otra estadística social que debía enfrentar el gobierno. El reporte del estado en que se encontraban los planteles escolares fue desastroso, era imperdonable pero también fue materialmente imposible regresar a las aulas.
Aunque el proceso de vacunación fue el evento esperanzador que distinguió al año pasado, también provocó un relajamiento de la población en las medidas de prevención. La resistencia de la población a permanecer confinada en sus hogares vuelve la campaña “Quédate en casa” insostenible. Intervinieron otros factores como la economía, la estabilidad emocional, el hartazgo, la necesidad de convivir o de socializar, el deterioro en credibilidad de las autoridades, la normalización de la crisis sanitaria, etc.
Ante una crisis económica que estaba cobrando más víctimas que la epidemia misma, la urgencia de una reactivación hace cada vez más presión. La angustia y desesperación de los sectores más vulnerados rebasa el temor mismo de perder a la vida. Resultaba también insostenible mantener cerrados, o parcialmente abiertos, a muchos centros de trabajo. Literalmente el llamado semáforo epidemiológico, fue ignorado por la población.
Por otro lado, el país arrancó desde el segundo mes, un proceso electoral que comenzó con reservas y limitaciones haciendo uso de las plataformas digitales, que luego resultaron no eficaces y regresamos al formato de mitin multitudinario, pretendiendo inexplicablemente que la pandemia hiciera una pausa.
Para la primera quincena del mes de noviembre del 2021, por fin Estados Unidos anuncia la muy anticipada apertura de la frontera. Para sorpresa de muchos, no provocó gran tránsito. Solo el suficiente para que se propagara la nuevo Ómicron, la más reciente variante de covid. Eso en combinación con los viajes y las fiestas de fin de año, nos obliga a inaugurar el 2022 con otro gran repunte de contagio y por lo tanto confinamiento, ahora “voluntario”; por lo que se observa una transferencia de responsabilidad del gobierno a la ciudadanía.
Desafortunadamente este nuevo confinamiento nos lleva, una vez más, a poner en entredicho la, tan anunciada recuperación económica.
Si, la vida sigue, pero no para todos y para muchos más, ya nada es igual. Todos tenemos una parte de esta historia que contar y reflexionar. Pero advirtamos que esta “película” no ha terminado; aún cohabita entre nosotros un “octavo pasajero” y que, en definitiva, 2021 transcurrió en medio de una lucha entre la población y el virus.
Hacer balances siempre será un acierto. Como nunca nos debe quedar claro que somos ciudadanos de un país con muchas limitaciones. Resulta racionalmente inútil proyectar un 2022 exitoso sin valorar cuidadosamente estos hechos, que amenazan nuestra salud, nuestro patrimonio, nuestro estilo de vida, en síntesis, nuestro futuro. Valoremos bien esto y, ya veremos que sigue.
Sara Thompson
Licenciatura en periodismo
Maestría en Administración Pública
Doctorante de Administración Pública en el ISAP