“Empatía” es una pequeña antología de ensayos editada por el Harvard Business Review como parte de una serie sobre Inteligencia Emocional. El primer capítulo, titulado “¿Qué es la empatía?”, corre por cuenta de Daniel Goleman.
Goleman señala que la empatía es la capacidad para centrarse a los demás, es decir, de poner atención hacia lo otro, lo exterior. Esta palabra que viene del latín “attendere” significa “estirarse hacia”. Esta virtud puede aprenderse, pero su exceso también debe controlarse.
Podemos entender este concepto, literalmente, como la posibilidad de estirarse hacia, y colocarse bajo, la perspectiva desde la cual el otro interpreta la realidad. Puede acontecer bajo tres formas: la empatía cognitiva, como la capacidad de entender la perspectiva del otro; como la capacidad de sentir lo que el otro siente, y la más compleja –por lo menos para mí-, el interés empático, como la capacidad de entender lo que otra persona requiere o necesita de uno.
En el segundo capítulo, Emma Seppala, del Centro de Investigación y Educación en la Compasión y el Altruismo de la Universidad de Stanford, nos habla de porqué debemos optar por la compasión, actualmente uno de los valores de moda, en lugar de la intransigencia como estrategia de gestión.
Saber escuchar es otra característica con la que una persona empática debe contar, por lo cual me permitiré transcribir los consejos que aporta el tercer capítulo: La buena escucha es mucho más que mantenerse en silencio mientras la otra persona habla, hacer preguntas mejora el acto de escuchar; incluye interacciones que desarrollan la autoestima de la otra persona; es una conversación cooperativa, y; el buen escuchador suele realizar sugerencias.
“Cómo utiliza Facebook la empatía para mantener seguros los datos de los usuarios”, escrito por Melissa Luu-Van, es el único capítulo prescindible de la antología. Pésima prosa y tan mal escrito que puede notarse el tedio de la autora al escribirlo. Básicamente es un manual de procedimientos o instrucciones de uso. Además, como puede esperarse de una joven trabajadora de una empresa como Facebook, redacta y argumenta perogrulladas.
En algún punto escribe “…hemos visto que disciplinas distintas a la de ingeniería son igualmente críticas en el proceso de concepción y desarrollo de un producto…”, ¿Quiénes han visto? ¿Son únicamente las ingenierías las disciplinas bajo las cuales puede concebirse un producto? ¿Qué quiere decir con críticas? Sus afirmaciones evidencian la jaula de “emprendimiento” de la que abreva.
Más adelante descubre el hilo negro afirmando que “las herramientas de seguridad de Facebook se construyen con la convicción de que un mejor diseño del producto lleva a una conducta más segura”. Es decir, que el entorno y el contexto influyen sobre la conducta y determinan el abanico de posibles acciones y reacciones. Verdad de Perogrullo.
Como quedó dicho, la empatía tiene sus límites, pero en el capítulo de su autoría, Adam Waytz menciona que el exceso de empatía puede terminar muy mal, “el problema no surge de la agresión hacia personas extrañas, sino más bien de una lealtad excesiva hacia las próximas. Al esforzarnos y concentrarnos para intentar ver y sentir las cosas como la gente de nuestros círculos, también podemos hacer nuestros sus intereses. Esto puede predisponernos a pasar por alto sus transgresiones o a comportarnos mal nosotros mismos”, y concluye, “la empatía con el círculo próximo de una persona puede entrar en conflicto con la justicia para todos”.
Al final del libro se incluye una entrevista realizada a Daniel Goleman, en la que se le cuestiona sobre su relación con el Dalai Lama y qué considera que aprendió de él. En la respuesta a la última pregunta, Goleman afirma que para enfrentar los conflictos que nos tienen sumidos en diversas crisis, debemos “crear una economía más inclusiva, dotar al trabajo de sentido, hacer el bien y no solo hacerlo bien, eliminar la injusticia y los agravios, la corrupción y las conspiraciones de la sociedad, tanto en los negocios, como en la religión y la política, ayudar a la recuperación del medio ambiente, la esperanza de que algún día los conflictos se solucionarán mediante el diálogo y no mediante la guerra”.
Me da gusto notar que en últimos tiempos el optimismo, las buenas intenciones, las miras a futuro y la disposición a cooperar, entre otras, están de moda; después recuerdo que ese conjunto de personas que hacemos de las cosas una moda, hemos estado en el mismo barco toda la vida y de cualquier manera el naufragio parece irremediable.