El ciclo menstrual es un proceso hormonal que conlleva una serie de cambios en el cuerpo y desarrollo de las mujeres desde la pubertad hasta una edad adulta indeterminada. Esto se presenta de manera mensual, como consecuencia de una ovulación que provoca un sangrado natural a través de la vagina.
Existe una realidad irrefutable, la menstruación es un proceso que viven exclusivamente las mujeres (y personas menstruantes), lo que representa a por lo menos la mitad de la población, en una larga etapa de su vida. Actualmente más de un tercio de la población mexicana se encuentra en proceso de menstruar, de acuerdo al Centro de Análisis e investigación, Fundar.
De acuerdo a este organismo, el Estado mexicano no cuenta con políticas públicas integrales en materia de gestión menstrual, por lo que las mujeres y personas menstruantes deben asumir los costos económicos asociados a ello, y como consecuencia de la cultura misógina que predomina en México, enfrentar los tabúes y estigmas sociales asociados a este proceso biológico.
Como una de las consecuencias de una cultura que ha invisibilidad las desigualdades y necesidades diferenciadas de las mujeres, la menstruación se ha tratado como un tema privado, secreto y con una connotación de vergüenza, lo cual conduce a exclusión, desigualdad y discriminación
Como han manifestado ya innumerables colectivas y organismos en la búsqueda de una menstruación digna, algo que viven las mujeres por promedio de 40 años, debe ser considerado como un asunto de índole público.
La desigualdad estructural que representa el no visibilizar y considerar como parte de las políticas públicas este asunto biológico que atañe a más de la mitad de la población, se traduce en un fuerte problema de salud pública y de desigualdad. Así mismo, los tabúes alrededor de la menstruación, han negado una educación integral desde el estado, y desde las familias que permita garantizar los derechos sexuales y reproductivos de niñas y mujeres, principalmente.
En este sentido, ha sido una verdadera conquista la eliminación del 16% de IVA a productos de gestión menstrual, y los esfuerzo que desde organizaciones de la sociedad civil, se realizan para promover una menstruación digna para mujeres y personas menstruantes como parte de la política de estado y desde un marco legal, que contemple acciones afirmativas para garantizar la igualdad de oportunidades y condiciones para las mujeres.
El Fondo de población de las Naciones Unidas, UNFPA, a través de estudios que realiza con el apoyo de los distintos gobiernos, sociedad civil y sector privado ha sido claro en evidenciar que “cuando las niñas comienzan a menstruar, sus oportunidades pueden verse radicalmente disminuidas. La menstruación puede marcar el inicio de sus restricciones de movilidad y comportamiento”. Así mismo, en muchos lugares la menstruación es considerada como una señal de que las niñas están listas para el matrimonio o la actividad sexual, lo que las hace vulnerables a distintas manifestaciones de violencia.
La desigualdad social, la pobreza, la carencia en el acceso de condiciones de higiene intima, y de acceso de productos, interfieren en la vida de millones de mujeres alrededor del mundo, por lo que este proceso natural, no debe seguir tratado como un asunto de ámbito individual o colectivo, si no de estado.
Hablar de menstruación como un tema de Derechos Humanos requiere derribar tabúes que limitan el libre desarrollo de las mujeres y personas menstruantes, así como garantizar desde el Estado, el acceso a oportunidad de desarrollo, sobre todo de quienes carecen de recursos económicos, acceso a la salud, y de la garantía de sus derechos humanos.
Acabar con una educación pública caduca y sesgada que limita la información sobre salud sexual y reproductiva, es un primer paso.