Columna Y sin embargo
Tapar baches no resuelve el problema de las calles de Hermosillo. O mejor dicho, lo resuelve pero solo hasta el siguiente chubasco cuando el agua se llevará otra vez el asfalto y abrirá nuevamente el bache. De este modo, la tarea de tapar baches se vuelve el cuento de nunca acabar y hay que taparlos nuevamente después de cada período de lluvias.
El problema es más complejo que simplemente tapar hoyos y requiere un enfoque más integral y sobre todo la participación activa de la ciudadanía.
El problema del drenaje pluvial y los baches
Como simple ciudadano observador, me da pena ver cómo llegan unas costosas máquinas que vierten asfalto caliente en los baches y luego lo aplanan para que se compacte y puedan circular normalmente los automóviles. Me parece que es un remedio superficial y provisional. El bache volverá a aparecer después del siguiente chubasco.
El problema de fondo es que la ciudad de Hermosillo carece de un adecuado sistema de drenaje pluvial. Cuando llueve, la mayor parte del agua se escurre por la superficie de las calles pavimentadas. Nuestras calles se convierten en arroyos que desalojan el agua de la lluvia y la conducen hacia los puntos más bajos hacia el poniente o hacia el lecho del Río Sonora hoy convertido en canal recubierto de cemento. Cuando el año es lluvioso, como el actual, las corrientes de agua y los estancamientos se llevan el asfalto parchado y deterioran las delgadas capas de pavimento de calles y avenidas.
Ciertamente, una parte del agua de lluvia se va hacia el drenaje sanitario (construido para recoger las aguas residuales de las viviendas), pero éste no tiene la capacidad suficiente para recoger el agua de lluvia y en muchos lugares se satura y brota por las tapas de los registros.
Son pocos e insuficientes los canales de la ciudad dedicados exclusivamente al drenaje pluvial; entre éstos están: los bordos construidos al norte de la ciudad, el canal San Benito que pasa por un lado de la Milla de la Unison y el canal de Villa de Seris. También hay secciones de la ciudad que tienen un drenaje pluvial subterráneo que es recolectado por medio de alcantarillas y parrillas como, por ejemplo, las ubicadas debajo de los puentes ubicados en Encinas y Solidaridad. Pero este sistema de drenaje pluvial en su conjunto cubre poco territorio y con frecuencia se llena de basura de modo que no alcanzan a recoger toda el agua de lluvia. De este modo, el principal cauce de escurrimiento del agua de lluvia son las calles de la ciudad. La consecuencia son los baches.
El remedio: infraestructura verde
Dice el dicho que es difícil enderezar al árbol torcido. También es difícil enderezar el diseño estructural de Hermosillo para encauzar y tratar de aprovechar las corrientes urbanas de agua de lluvia. Hay remedios a nivel urbano y a nivel de vivienda.
Entre los remedios de escala urbana está el rescate de arroyos de la ciudad; es el tipo de remedio que se llama “basado en la naturaleza”. Hay que sacar el agua de las calles y darle su propio espacio a las corrientes de agua. También se pudiera ubicar estratégicamente áreas verdes de modo que recolecten y sirvan para la infiltración del agua de lluvia. Otras medidas son los pavimentos porosos y diseñar los acotamientos y camellones para recojan el agua de lluvia, por ejemplo.
A nivel de las viviendas particulares, están los techos verdes, los patios con piso de tierra y sistemas domésticos de cosecha de lluvia. Lo crítico es no expulsar el agua de lluvia a las calles sino recogerla y aprovecharla.
El Manual de Infraestructura Verde, publicado por el IMPLAN (implanhermosillo.gob.mx), contiene muchas medidas que pueden promoverse en Hermosillo para mejorar el drenaje pluvial y reducir las corrientes de agua en las calles. Solo así se podrá hacer que el pavimento se mantenga en buen estado más tiempo.
Por Nicolás Pineda