(Tercera parte)
Columna Desde la Polis
Esta es la última entrega de una serie de reflexiones inmediatamente posteriores a la elección en Sonora. “Ahora viene lo bueno”, primero en el sentido de que lo fácil fue ganar la elección, mientras que lo verdaderamente retador es el complejo proceso de seleccionar a las personas con las que se habrá de gobernar; segundo, por las dos principales tareas que servirán como fuente para el futuro prometedor por el cuál votó la mayoría de la gente. En mi artículo anterior hablé de la necesidad de entrarle -en serio, sin maquillajes ni improvisados- al terrible problema de la disfunción en los instrumentos que deben procurar e impartir justicia a los sonorenses. Como lo he expresado en entrevistas, columnas, conferencias y foros especializados: sin Estado de Derecho no se consolidan proyectos, culturas ni instituciones de largo plazo. Ahora que se privilegie -como se prometió- al capacidad y la honestidad frente a los improvisados consentidos, se contará con la rectoría de los más aptos para arreglar el problema de la grave incertidumbre, inseguridad e impunidad que impera en Sonora.
Mientras eso camine, aumentará la confianza entre los gobernados, pero también entre el capital interno y externo; estos círculos virtuosos permitirán que tantas cosas que hoy están atascadas en el fango, emerjan y creen un avance económico. Hasta ahí todo suena a todo dar… la cuestión es que no vivimos en Nueva York en los noventas, donde sólo se necesitaba avanzar contra la criminalidad y lo demás crecería exponencialmente. Las cadenas de nuestro tercermundismo han provocado una profunda división social entre quienes tienen futuro y quienes no. Según datos oficiales, nueve de cada diez mexicanos que nacen pobres, mueren pobres. Por eso, más allá de la demagogia, la retórica y los lugares comunes, el Presidente de la República es inequívoco al señalar la imperativa necesidad de atenderlos primero.
Toda mi vida profesional la he dedicado al trabajo y a la especialización en el binomio de desarrollo social con efecto en seguridad. Estoy convencido de que si a nivel macro, nuestra sociedad puede configurar instancias más o menos viables frente a la necesidad de justicia, y por el otro lado crea mecanismos para cortar la inercia trágica del subdesarrollo en los más vulnerables, vamos a salir de agujero. Pero hemos fallado porque en esto último, nos hemos atorado con las fórmulas tramposas de la dádiva, la clientela electoral, etcétera. Por eso desde que inició esta administración federal, he sido quizá la principal voz en Sonora en señalar -con santo y seña- por qué se ha quedado corta la estrategia de desarrollo social en su mancuerna con la provisión de seguridad. Consecuentemente, si se atendieran con efectividad los orígenes sociales que provocan la locura que padecemos, nuestras estadísticas con la criminalidad serían más benévolas. El problema es que “desarrollo social” no es sólo más empadronados para becas, sino recae -como con peras y manzanas me lo enseñó mi mentor Amartya Sen- en la creación de capacidades. En campaña escuchamos voces que ofrecían desarrollo económico para crear después seguridad, pero sólo revelaron su desconexión empírica con ambos fenómenos. Generando certeza bajo el imperium legal, se incentivará la economía (cualquiera sabe que Sonora tiene un potencial brutal, pero no le entran porque es un desmadre); pero para regenerar a la sociedad se necesita un mecanismo muchísimo más integral, que tiene una naturaleza social.
¿Y qué tipo de redimensión en el desarrollo social podría implementar el nuevo gobierno de la esperanza? Durante la última década, en Sonora se ejecutó un laboratorio de políticas públicas de intervención a zonas de alta vulnerabilidad; incluso es el único ejercicio de su tipo con el cual se involucró la Universidad de Harvard en todo México. En ese episodio, diseñado justamente para entrarle a los focos más rojos, urbanos y suburbanos (por marginación y violencia), se implementaron de manera transversal estrategias en cinco ejes rectores: salud pública, educación, infraestructura, economía y seguridad. El problema es que el nuevo gobierno entrante con un presupuesto prácticamente deficitario y por lo tanto la pregunta es ¿cómo hacerle? Se debe de voltear de manera urgente a revisar ejercicios como ese que señalé, que rompieron paradigmas al involucrar a la ciudadanía (insisto: sin rollos vacíos ni demagogias) justamente en la ejecución de dichas políticas públicas. Estamos hablando de un intenso involucramiento con la gente para que ella sea partícipe total en la solución -en medio de un escenario de franca emergencia política y económica- de los principales problemas. Dicho laboratorio, cuyo foco inicial se concentró primordialmente en educación e infraestructura, provocó en cinco años una disminución del 70% de la incidencia delictiva en una de las zonas más conflictivas del estado.
No es complicado voltear a ver las cifras de desarrollo humano en Sonora los últimos doce años: están estancadas. Creo que no sólo técnica sino sobre todo políticamente el nuevo gobierno podría poner el ejemplo nacional de un ejercicio de desarrollo social digno del siglo XXI. A la 4T le ha faltado cerrar la pinza en ese departamento. Todos hacemos votos para que aquí no se desaproveche la oportunidad histórica.
Jesús Manuel Acuña Méndez.
@AcunaMendez
El autor es Presidente Fundador de CREAMOS México A.C. y especialista en políticas públicas por la Universidad de Harvard. jesus@creamosmexico.org