Soy de los que piensa que Morena no ganará la mayoría legislativa en las elecciones de junio, a pesar de que la popularidad del presidente López Obrador sea envidiable y ande por arriba de los 60 puntos a nivel nacional.
Una cosa es la figura del inquilino de Palacio Nacional y otra la de los candidatos locales, donde Morena se descuajeringa silenciosamente.
Las guerras intestinas que se vivieron y se intensificaron entre las corrientes del PRD en cada proceso electoral, en el partido en el poder estallaron desde su primer ejercicio electoral ya con la Presidencia en las manos.
Para muestra un botón: Morena saturó al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con quejas interpuestas.
De 5 mil 942 impugnaciones en los últimos cinco meses, 42 por ciento está relacionado directamente con los partidos políticos: de ese total, hay mil 315 casos denunciados en su contra y buena parte provienen de sus propios militantes contra sus propias decisiones.
En Querétaro, por ejemplo, los titulares de los principales periódicos destacaban hace unas horas que Morena impugna todas las candidaturas… de su propio partido. Integrantes del Comité de Morena en la entidad determinaron presentar ese recurso en contra de sus aspirantes a diversos cargos de elección popular por no ser “lo suficientemente morenistas” y haber militado en otros partidos políticos.
Ángel Balderas Puga, presidente del Consejo Estatal del partido, aseguró que no se respetaron los porcentajes para personas externas en las candidaturas. Es inédito lo que está sucediendo en Morena. Pero no es para sorprenderse. Era de esperarse con Mario Delgado al frente del partido, quien ha demostrado como candidato y coordinador del instituto en Cámara de Diputados, la falta de oficio para la operación política.
Lo que sucede en Querétaro es el síntoma de lo que ocurre en Puebla, Veracruz, Chiapas, Guerrero, San Luis Potosí, Quintana Roo y otros estados del país. El escenario que vive Morena ha sido relatado por sus propios militantes. Gibran Ramírez, resentido por no haber obtenido ninguna candidatura, escribió una columna a principios de abril precisamente sobre el proceso de selección de candidatos y aseguró que fue pésimamente conducido por Morena.
Hizo una lista enorme de lo que llama candidatos impresentables entre los que señaló con nombre y apellido a “despojadores de tierras ejidales”, “partidarios indecentes”, “ganaderos racistas”, “operadores de Ulises Ruíz” y “antilopezobradoristas reconvertidos”, entre otras fichas.
El pronóstico no es bueno para Mario Delgado, pero sobre todo, para la 4T que busca mantener López Obrador: una primera fuerza mayoritaria en el el Congreso para el segundo trienio de su gobierno. Otra prueba es el caso Salgado Macedonio, en el que por no entregar el reporte de gastos de precampaña, Delgado acaba de provocar que el TEPJF haya tumbado la candidatura que el jefe del Ejecutivo defendió con ahínco.
Uppercut: Los intentos de José Luis Vargas por convencer a sus compañeros magistrados de votar en contra de negarle a Félix Salgado Macedonio la candidatura al gobierno de Guerrero, no sólo no prosperaron, sino todo lo contrario: con su posición solitaria y frente a seis votos en sentido adverso se corroboró lo que ya era un secreto a voces, que el presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no esconde su simpatía y afectos por Morena. Y todavía le quedan tres años al frente del máximo tribunal electoral del país.