Por Karla Acosta
No solo son cinco serpientes, también hay dos conejos y un perrito chihuahua, las ocho mascotas bajo la supervisión de Diana Paulina, una joven estudiante de Biología en la Universidad de Sonora.
Diana únicamente tenía dos serpientes, pero al llegar al lugar y platicar con ella, me informó que son cinco las que tiene guardadas en su habitación.
Eran casi las 11 de la mañana cuando llegué a su casa, tenemos amigos en común, por lo que rápidamente agarramos confianza. Me ofreció de desayunar un crujiente pan francés con avena, yogurt griego y frutos rojos. Su perro Rufis no dejaba de ladrarme, así que intenté ganármelo: lo acaricié, lo dejé olerme y así fue como se quedó dormido entre mis piernas mientras yo degustaba el desayuno que Diana me ofreció.
Mientras comíamos y nos poníamos de acuerdo para comenzar la entrevista, platicamos profundamente sobre las serpientes en general y las que tiene ella como mascota. Con gran nostalgia me dijo que su primera bebé -como ella las llama-, se la regaló un novio hace tres años, comenzó a investigar sobre la especie que es una pitón bola, ya que su modo de defensa es literalmente hacerse bola para esconderse de los peligros de su alrededor.
Terminamos de desayunar y me pregunto: “¿quieres ver cómo le limpio la popó a la Cheems?” (Cheems es una Boa que tiene). Inmediatamente mi respuesta fue: “¿las serpientes hacen popó?”, ella se rió y me contestó con un “sí, es común que las personas piensen que las serpientes no hacen popó”.
De ahí, me mostró el orificio por el cual las serpientes defecan, pero también orinan y se reproducen. Ella lo llamó “la cloaca multiusos”.
Me puso sobre los brazos a dos de sus serpientes. Era mi primer contacto físico con una de ellas, por lo que estaba muy nerviosa, agitada y tenía miedo que me mordiera. Diana me tranquilizó y me dijo que sus serpientes no son venenosas y que nunca han mordido a alguien por el buen manejo que ella les da.
Antes de que mal piensen, Diana está criando a las serpientes para pronto tener un santuario y preservar la especie, ya que es necesario hacer este acto de bondad para la sociedad y sobre todo para los animales.
Las serpientes no comen personas
Según la información de la bióloga en formación, las serpientes no atacan a personas por el simple hecho de ser salvajes, únicamente lo hacen cuando se sienten amenazadas. Además para llegar a “comerse” a una persona, este reptil necesitaría tener una alimentación muy deficiente o no haber comido en más de seis meses.
Una vez terminada la entrevista, pasamos con los conejos para tocarlos. Uno de ellos me rasguñó y Diana, muy asertiva me dijo: “¿ves?, te hizo más daño el conejo que se ve todo esponjoso y tierno, que la serpiente a la que tanto miedo le tenias”. De ahí comprendí toda la entrevista y que ciertamente las serpientes son muy tranquilas.
Así que estimado lector, aquí tienes un testimonio para desmitificar a las serpientes y tratarlas mejor. No son agresivas, no las dañes tú ni a su ecosistema.
La entrevista completa está aquí abajo: