“Estos idiotas nunca entenderán cómo van encadenados méritos y suerte. Si tuvieran la piedra filosofal, a la piedra le faltaría el filósofo” (Goethe).
Le comento que tuve que acudir a una institución bancaria para reportar un “cobro no reconocido” en mi muy balaceada tarjeta de débito, usada generalmente como monedero y sujeta a los vaivenes de la precariedad salarial.
Me situé frente a las puertas del banco, esperé pacientemente a que abriera (¿o se dirá “aperturara”?) al público y conversé a la distancia con una amable cliente (¿o se dirá “clienta”?) que se acercó.
Llegó la hora esperada y un empleado de traje y corbata (¿o se dirá “ejecutivo”?) nos indicó a señas que el acceso era por la parte posterior del edificio, justamente en el área más favorecida por el sol. Supongo que el banco, en su sabiduría, trataba de protegernos de covid-19, ya que la idea que algunos promueven plantea que la luz solar es benéfica para evitar los contagios. Ahí se logró una fila inicial de aproximadamente diez personas.
Tras tomar la temperatura y apuntar hacia un gordo recipiente con una substancia pegajosa que ponía “alcohol en gel”, accedimos (¿o se dirá “accesamos”?) al recinto donde la atención ocupó un lugar estelar por ser ágil, oportuna, gentil y efectiva, así que tras la rostizada en las afueras ejecutada por un sol inclemente, nos vimos favorecidos por el buen trato y la atención del personal en servicio.
Mientras que en la ciudad el asunto en boga es la vacunación de AstraZeneca y que al cierre del viernes se quedaron cortas las previsiones del número de dosis, se da la noticia que la vacunación se reanudará a principios de semana con la de Pfizer, manejándose la opción de la vacuna CanSino Bio para las personas que se encuentran en estado de postración (en hospitales y casas), lo que resulta interesante ya que es de una sola dosis.
Por lo pronto, muy buenos comentarios sobre el trabajo del módulo de vacunación de la Universidad de Sonora, donde se estaba canalizando a la gente que no encontraba el biológico en el lugar que el sistema le había asignado. Un aplauso con gel en las manos.
Por el lado de la famosa y muy esperada semana diabla, se reporta que Bahía Kino y su atractiva superficie playera se vio vacía, sola, ninguneada por los festivos vacacionistas otrora en pos de juerga y emociones fuertes, ¿Será porque el virus está marcando pautas y conductas? ¿Podemos suponer que la carga o recarga de virus fue suficiente en la semana de asueto oficial y ya podemos contagiarnos sin problemas en el abasto del bicho?
Quienes están en busca de una posición electoral en Morena basada en la militancia u otras virtudes partidarias encuentran molesto y ofensivo lo que califican como un proceso viciado, vertical y contrario a los valores del propio partido, con el feo sabor del prianismo dinosáurico que implantó la cultura del dedazo, el nepotismo y el compadrazgo a la hora de decidir candidaturas.
Pero, viéndolo de cerca, ¿Acaso no es esa la costumbre electoral que se tiene arraigada en la conciencia de quienes se acostumbraron al agandalle priista como mecanismo de ascenso?
Las nuevas y no tan nuevas generaciones de actores políticos ¿ya se libraron de las viejas ataduras sin antes analizarlas, comprenderlas, criticarlas científicamente y renunciar ideológicamente a aquello que públicamente rechazan y señalan como indigno, corrupto y nefasto? ¿La corrupción es cosa del pasado y, llegado el caso, los corruptos son los de enfrente y no aquella persona que aparece en el espejo?
Morena tiene ante sí una oportunidad de oro si se trata de hacer autocrítica, de tomar en serio la identidad que López Obrador esperaba de su partido y por la que ha luchado toda su vida. ¿Dónde queda aquello de “no mentir, no robar, no traicionar” en el juego pragmático de la coyuntura electoral?
¿Se podrán superar las cargadas, los dedazos y las recomendaciones y ofertas que “no podrás rechazar” en esta temporada electoral?
La moneda está en el aire… y los vientos pueden cambiar.
José Darío Arredondo López