No cabe duda de que la Violencia Intrafamiliar es una problemática instaurada a nivel mundial, en diversos países se hacen campañas, leyes y se crean instituciones que difundan y combatan esta problemática, que acogen a sus víctimas y que entregan el apoyo necesario en el proceso de denuncia y posterior reparación del daño. El mundo se escandaliza y recrimina, por ejemplo, que en Medio Oriente a las mujeres se les trate como un ser inferior, se les quiten todos sus derechos y sean confinadas a una vida de cuasi-esclavitud. Causa total indignación de que exista maltrato a los niños y existe tal nivel de campañas, que las cifras de denuncias han aumentado considerablemente.
Sin embargo, debemos pensar que en toda esta red de apoyo para las mujeres, adultos mayores y niños y adolescentes faltan los hombres, y no me refiero al rol de agresores, sino a aquellos que sufren violencia por parte de sus parejas.
Es cuestión de realizar una fugaz revisión sobre los hombres maltratados e inmediatamente notaremos que no existe mayor información sobre esta temática, en nuestro país y mucho menos en nuestro Estado. Queda claro que no existe institución alguna que oriente a la víctima masculina en su proceso de denuncia y reparación del daño. Aunado a lo anterior, existe una carencia de investigaciones por parte de expertos, por lo que parece que la dificultad es que esta temática del maltrato masculino no es considerada como una problemática social.
Si realizamos una comparación con países como España, lograremos ver la gran brecha que existe frente al abordaje de esta temática. En este país, existen diversas organizaciones que tratan este tema de forma abierta y clara, poseen centros especializados para acogerlos desde el momento de la denuncia y luego de la etapa de reparación del daño. Un ejemplo claro es la “Asociación de hombres maltratados”, quienes poseen diversos profesionales que apoyan al hombre, además de entregar asesoramiento en los casos que presenten dificultades con la tutela de los hijos.
Los hombres se empoderan de tal forma que protestan abiertamente frente a este tipo de injusticias, se organizan y se asesoran por profesional que apoyan y repudian estos tipos de maltratos. La vergüenza y temor al ridículo es cada vez menos para los hombres españoles, porque ya instauraron la violencia hacia el hombre como una problemática social emergente, no por el hecho de que recién ahora los hombres estén siendo agredidos por sus parejas, sino porque actualmente se está dejando de lado lo tabú del tema y se está dando la apertura de los marcos referenciales que la sociedad en sí posee.
Ahora, retornando al caso de nuestro país, se vuelve indispensable establecer la importancia del tema para lograr la anhelada igualdad y equidad de género sin distinción; Por lo que se hace necesario comprender qué entendemos realmente por igualdad y equidad. Es decir, que no sólo se trata de que la mujer tenga iguales oportunidades y derechos que los hombres, sino que también los hombres tengan igual oportunidad que las mujeres en tener dónde acudir cuando son víctimas de violencia intrafamiliar, así como también que se le otorgue la relevancia que merece la problemática que sufre una parte de la población masculina.
En definitiva, se busca tener la misma igualdad de ser atendido como lo requiere una víctima de maltrato, sin tener que exponerse a los prejuicios y burlas que muchas veces se dan en estos casos. Y es que precisamente esta es la clave en lo que se basa esta problemática, ya que es una de las desventajas que presenta el hombre al momento de ser víctima de violencia intrafamiliar, puesto que el estereotipo de hombre no permite visualizar que el omnipotente sea dominado y agredido por una mujer, y esto pasa porque a pesar de las grandes ventajas que aún tienen los hombres por sobre las mujeres, presentan esta gran desventaja de no poder pedir ayuda porque simplemente es inaceptable que presenten algún tipo de vulnerabilidad frente a las mujeres y la sociedad en general. Por tanto, no debemos menospreciar el maltrato que sufren cierta parte de la población masculina por parte de sus parejas incluyendo el noviazgo como fase prematrimonial.
Finalmente es necesario asumir que la visión machista de la sociedad no sólo perjudica notablemente a la mujer, sino que también existe un porcentaje de la población masculina, que posee una creencia de que el hombre es “el macho alfa” y que, por tanto, jamás será agredido por una mujer (en el caso de las parejas heterosexuales). Por tanto, el machismo crea un velo frente a esta realidad, el cual no permite apreciar en profundidad este tema, contribuyendo a que se mantenga como un tabú social muy acentuado en nuestro país.
Por Psic. Dr. Sergio Oliver Burruel.