Columna De educación y algo más…
Ante el anuncio de organismos internacionales sobre la imperante necesidad de regresar a las aulas por los y las estudiantes, los diferentes grupos representados por padres y madres de familia, escuelas privadas y estudiantes se unieron en una sola voz: es momento de regresar.
Sin embargo, para el sector educativo es una tarea compleja que va más allá de un semáforo epidemiológico en verde. Quedan aún pendientes las especificaciones del gobierno federal sobre las condiciones del regreso y las diferentes indicaciones que los estados deberán seguir. No todos los estados están en igualdad de condiciones, Sonora, por ejemplo, tiene más escuelas y más docentes que Campeche, estado que promete el regreso a clases después de semana santa con un 98% de docentes vacunados en la entidad.
Deben además las instituciones educativas identificar a los y las docentes que están en condiciones de regresar pues las secuelas por covid, enfermedades pre existentes como lo son obesidad, cardiopatías, diabetes o problemas respiratorios entre otras, pondrían al gremio en riesgo. Se deben gestionar recursos económicos para la limpieza y mantenimiento de la infraestructura que tiene un año en desuso, así como para dotar de estaciones de higiene en diferentes puntos de los centros educativos. En algunas zonas rurales y sub urbanas del país, ya se trabaja en escritorios al aire libre en áreas con sombra, tomando distancia, mientras las aulas se equipan y sanitizan. Las condiciones óptimas de los centros para el trabajo áulico post pandemia las podríamos ver dentro de unos meses, pero se puede priorizar lo fundamental para el regreso a corto plazo.
Todo lo anterior no sería de éxito sin una campaña comunicativa donde se den a conocer a padres y madres de familia, así como a los y las estudiantes los lineamientos y las nuevas dinámicas que se deberán seguir, no olvidemos que la vacunación se propone para docentes, por lo que se tendrían que establecer dinámicas de convivencia en grupos reducidos y regulación de uso de espacios comunes al aire libre dentro de las escuela para los niños, las niñas, adolescentes y jóvenes universitarios, quienes después de sus recesos vuelven al espacio cerrado.
Las campañas informativas y de sensibilización brindan a los usuarios recomendaciones, como es el caso del uso de cubre bocas, se sugiere brindar al menos tres opciones de cubre bocas evaluados como eficaces o bien ser proporcionados por las instituciones; no tengan duda de que cada usuario llevará lo que tenga y lo que este a su alcance económico sea útil o no. Lo mismo sucedería con el lavado de manos, sin las indicaciones adecuadas, sería un fracaso. Podemos pensar que esta información no es necesaria, de no atender esto, nos pasará como el programa de prevención del dengue en los 90’s, invirtiendo millones de pesos en campañas informando a las familias sobre la importancia de hervir el agua, pero no se les advirtió sobre la necesidad de tapar la olla al final, la contaminación no se detuvo.
La responsabilidad que tenemos como familia debe ser también un punto de reflexión pues podemos tomar decisiones sobre las condiciones específicas de nuestro hogar y determinar si estas permiten el regreso a la escuela de nuestros hijos e hijas. Dentro de las consideraciones nos podemos plantear si tenemos o no personas vulnerables bajo nuestro cuidado, empleos de alto riesgo de contagio que facilitarían la propagación del virus en las escuelas a través de nuestros hijos o hijas, disminuir el número de participantes en encuentros sociales o restringir visitas dando prioridad a que los y las estudiantes en casa puedan asistir a las instituciones educativas.
Así, la llamada “nueva normalidad” en torno al regreso a clases, ya no debería ser tan nueva, pues al primer día de inicio de clases le anteceden varios meses de preparación que son responsabilidad de los diferentes niveles de gobierno, de las instituciones educativas y de las y los usuarios.