Columna Desde la Polis
Me llama poderosamente la atención cómo es que López Obrador, siendo un político tan (pero tan) tradicional en algunas de sus acciones, también mostró otras facetas que vinieron a revolucionar la manera en la cual se hacía la política en nuestro país. Ya será labor de los historiadores serios el dilucidar si aquellos detalles fueron chispazos de genialidad o simplemente obviedades que -por la creciente mediocridad de la clase política- nadie de sus adversarios había reparado en llevar a cabo antes. Una de esas acciones fue la de anunciar -meses antes de la elección- quiénes serían los hombres y mujeres que integrarían el gabinete federal. Ese ejercicio político fue llevado a cabo en el 2006, en el 2012 y en el 2018.
Desde su primer contienda presidencial, sus adversarios lo tacharon de ignorante (hasta la fecha insisten en ello) y por eso, en aquel 2012 se rodeó de un equipazo. Se superaba así el ataque politiquero y al mismo tiempo se retaba al PAN y al PRI para que mostraran sus cartas. Ambos partidos, muy mermados por su dependencia a los factores reales de poder en México, no pudieron hacerlo.
Estos fueron algunos de los nombres de aquel gabinete propuesto en el 2012: en Gobernación, Marcelo Ebrard; en Hacienda, Rogelio Ramírez de la O; en Relaciones Exteriores a Jorge Eduardo Navarrete (ex embajador en Alemania, ONU, China, Reino Unido, entre otros países); a la SEP iría Juan Ramón de la Fuente; a Cultura, Elena Poniatowska; a Trabajo, Agustín Ortiz Pinchetti; a la Consejería Jurídica, David Góngora Pimentel; a Medio Ambiente, Claudia Sheinbaum. Lamentablemente, en su segundo intento por la presidencia el político tabasqueño mostró un rostro más descafeinado, menos combativo y confrontativo; sus “grandes místicos de la estrategia electoral” le recomendaron la República Amorosa, ser el AMLove… y quizá por ello esa fue la menos exitosa de sus tres campañas (y yo me quedé con las ganas de ver a ese equipo en acción).
Sabemos -por lo que ya expliqué- que los otros candidatos presidenciales no presentaron sus propuestas de gabinetes, pero desconozco si a nivel local hubo aspirantes a gubernaturas o alcaldías que sí hayan emulado el ejercicio. Me parece que hacerlo vendría a oxigenar el actual sofocante y aburrido ritmo electoral a nivel nacional, pero lo más importante: mostraría a candidatos firmes, seguros de su propuesta de gobierno y de los hombres y mujeres que los acompañarían para ello. El caso perfecto de por qué se debe saber con quién se va a gobernar, es Peña Nieto. Un país como México, con una cultura política mediocre, no tiene una mayoría de electores que investiguen quién es tal o cual personaje político. Por eso es que un gobernante inflado por los medios y que condujo un gobierno de pillos en el Estado de México, pudo llegar a la Presidencia de la República. Hace nueve años, los más incautos vieron en ese candidato joven de sonrisa perfecta a un nuevo PRI, moderno y eficiente. La minoría sabíamos que en verdad representaba los intereses más retrógradas de ese priismo tan repudiado por los mexicanos. Tras la elección vinieron los Lozoyitas, la sobrina y el cuñado de Salinas, Chayito Robles, los artesanos atlacomulqueños de la legalidad como Videgaray, Miranda, Navarrete, y Ruiz Esparza. ¿Cómo olvidar al gigante de la rectitud, Virgilio Andrade o a próceres como Murillo Káram, Osorio Chong o al literato Aurelio Nuño (“hay que ler, niños”)?
Creo hablar por la mayoría de los sonorenses al decir que sería muy interesante para los electores ver que los aspirantes a la gubernatura o alcaldías, comiencen a abrir la baraja y, en un acto de audacia y confianza en la propia calidad de sus proyectos, presuman a sus equipos. ¿Queremos atendiendo la seguridad a neófitos y charlatanes? ¿Queremos de responsables en las áreas de bienestar a insensibles sin experiencia al ras de suelo? ¿Queremos en los grandes proyectos de desarrollo económico a teóricos de la fantasía académica o a pillos voraces? Claro que no, por eso invito a los tres aspirantes a la gubernatura a animarse a mostrar sus cartas. Al hacerlo, demostrarán que son capaces -o no- de reclutar a los mejores hombres y mujeres (que ojo, éstos no andan detrás del hueso y por lo tanto no se apantallan con él) y generarán confianza y esperanza -o no- en su propuesta política.
Sonora se encuentra en una posición crítica e insostenible, en lo económico y en lo social. Por una histórica y rara conjunción de factores, estamos ante la posibilidad de dar un paso para iniciar el cambio que necesitamos. Hacer algo como lo que propongo, abonará a la gran necesidad del próximo gobernador: llegar al poder dotado de gran legitimidad.
Jesús Manuel Acuña Méndez.
@AcunaMendez
El autor es Presidente Fundador de CREAMOS México A.C. y especialista en políticas públicas por la Universidad de Harvard. jesus@creamosmexico.org