Cada día estamos sintiendo una mayor polarización entre la sociedad, de hecho, a diferencia de sexenios anteriores el clima de confrontación lejos de haberse dejado en el olvido una vez pasadas las elecciones, ha venido escalando y haciéndose más notable.
Las redes sociales son campos de una batalla diaria entre los fieles seguidores del presidente y el resto de la población, ya vemos como natural o normal que todo hecho, acción, declaración o postura, se vea desde dos muy diferentes y encontrados puntos de vista.
La división entre segmentos de la población es algo cotidiano, ya se tienen frases especificas para etiquetar a los unos y a los otros, la mayoría de los temas no se discuten o argumentan, sino que de entrada se desacredita lo que los demás tengan que decir o los argumentos que tengan que presentar.
Es muy difícil que pueda llegarse a dar una transformación de la vida de los mexicanos cuando lejos de construir acuerdos, fortalecer instituciones, cambiar lo que está fallando, discutir entre todos lo que es necesario mejorar, se ha privilegiado etiquetar negativamente a todos aquellos que puedan tener una opinión, visión, punto de vista o argumento que se no alinee con la visión de la administración federal en turno.
Una transformación como las que hemos tenido en el pasado lejano ocupa que se dé una amplia discusión en la sociedad, se tomen opiniones a muy diferentes sectores y se vaya construyendo una nueva visión entre todos, es decir los cambios no se dan por lo que quieren unos pocos sino por lo que quiere la mayoría.
El presidente López Obrador ganó por una cantidad de votos grande, pero no todos los ciudadanos que lo eligieron están dispuestos a seguirlo ciegamente, votaron por él por muy diferentes causas y cada uno tiene el derecho a su propia opinión, así como a defender sus intereses.
Un líder debe de saber trabajar con todos, no solo con los que lo apoyan, es parte de su trabajo convencer a los demás que vale la pena trabajar en un frente común, de esa forma se logran grandes resultados, sumando voluntades.
Los enemigos del cambio siempre existen, un líder debe de buscar que su fuerza no crezca para poder mantener el rumbo que se ha fijado, pero cuando quien conduce empieza a colocar a todos los que tienen una opinión diferente en el bando de los contrarios, en muy poco tiempo tendrá a todos en contra.
Hoy vemos que cada día hay más manifestaciones de descontento por el rumbo que se lleva, la administración federal no ha buscado sumar a nadie y es muy pronta para etiquetar de enemigos a muchos, esto está provocando que las filas de los que están en su contra aumenten.
Curiosamente los que menos ruido han hecho en su contra son los partidos de oposición, parte porque quedaron muy debilitados en su cantidad de representantes y por otro lado tal vez no se manifiesten por cálculo político, prefieren llegar menos desgastados a los próximos procesos electorales.
Las víctimas de la inseguridad, las mujeres que han padecido violencia, los familiares de los niños que ahora no tienen acceso a tratamientos contra el cáncer, los familiares de quienes han muerto por la pandemia, los que se han quedado sin trabajo o los que han visto sus ingresos afectados, entre otros grupos de ciudadanos, son los que se han sumado a la lista de enemigos porque se han manifestado en contra del rumbo del país o por la falta de resultados en lo que a ellos concierne.
Todos los ciudadanos tenemos el derecho de opinar y expresarnos según lo que ha nuestro parecer sea conveniente, en días pasados un grupo de alrededor de 600 personas de muy diferentes estratos sociales, convicciones políticas y ocupaciones publicaron un texto en donde denuncian que los ataques a la libertad de expresión deben de cesar.
Evidentemente esas personas también ya fueron agregadas a la lista de los “conservadores” o “enemigos de la transformación”, en redes sociales se les ha atacado, se les reclama que dónde estaban cuando anteriores gobiernos cometieron atropellos, entre muchas otras formas de buscar minimizar su llamado, en vez de enfrentar la situación.
Existe una gran necesidad de transformar muchas cosas en nuestro país, el dictamen es correcto, pero se está tomando un camino equivocado, estamos regresando al pasado en vez de pensar en el mañana que deberíamos de estar trabajando.
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