La mujer con pantalones turquesa, top y pasamontañas negro está sentada en la oficina de la ombudsperson nacional, Rosario Piedra Ibarra. Atrás de ella un letrero pintado en la pared: “No perdonamos ni ¡olvidamos!”.
Desde el jueves 3 de septiembre pasado, una de las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en la Ciudad de México está tomada. Es el edificio más viejo: el de la calle de Cuba 60, en el Centro Histórico, pero también donde decidió despachar Piedra Ibarra para desmarcarse de organizaciones anteriores desde que llegó en noviembre pasado.
No parece que se desactivará la toma pronto y tienen razones para ello. Quienes la han tomado son colectivas feministas, lo más cercano a una oposición a este gobierno. El lunes se sumaron organizaciones de la comunidad LGBT que incluso están haciendo una colecta.
Decidieron tomar las instalaciones –y dicen que tomarán más- tras las nulas respuestas que han recibido a casos de violencia contra las mujeres y también contra niños y niñas en San Luis Potosí (y bueno, esto puede hacer eco en todo el país). Reclaman acciones efectivas contra la violencia de género.
Una de ellas suena lógica e urgente: que la CNDH emita una Recomendación general al gobierno federal, a los estatales, a las fiscalías, reconociendo públicamente la gravedad de la violencia de género y feminicida en México. Sí, esa que dijo el presidente en su más reciente Informe de Gobierno que habían bajado cuando, por el contrario, han aumentado 5.4% respecto a 2019 y 9.6% respecto a 2018.
Total que esa sede de la CNDH es hoy un refugio para mujeres. Ahora se llama “Ocupa Casa de Refugio. Ni una Menos México. Bloque Negro”.
Un rosario de quejas, errores y autogoles
Más allá de la toma y sus razones –con la forma y/o el fondo se puede coincidir o no- lo cierto es que para una gestión tan nueva, los errores, quejas y hasta autogoles sobre Piedra Ibarra se van acumulando.
Comencemos por un autogol: una estadística que puso ella misma sobre la mesa cuando compareció ante la Cámara de diputados apenas el 22 de enero pasado.
Le tocó hacer un informe de un 2019 que apenas ejerció porque tomó posesión –entre trompicones – en noviembre en la Cámara de Senadores. Por cierto, quien le levantó el brazo para que dijera “sí, protesto”, cosa que ella no atinó a hacer entre el zafarrancho creado por una votación no clara, fue nada menos que el actual presidente del Senado: Eduardo Ramírez Aguilar.
El 22 de enero dijo que quería una Comisión más eficiente y no una de las más caras del mundo, por lo que de entrada pretendía, por austeridad, recortar al menos 30% de sus gastos. La cito:
“Tal parece que para la CNDH, hasta ahora, las violaciones son mínimas. De hecho, a pesar de tenerse registrados, en 2019, 48 mil 590 escritos de queja, ese año solamente se emitieron 99 recomendaciones, y aunque se trata de un cálculo simplista tomando en cuenta el presupuesto recibido, resulta, por decir lo menos, que las recomendaciones emitidas son muy costosas”.
La entonces CNDH emitía, ante este criterio, 8.2 recomendaciones al mes. ¿Cuántas lleva este año que ya ha ejercido ella? Ayer chequé en el portal y el número a los primeros días de septiembre de 2020 son… 29. Pongamos que contabilizamos sólo hasta agosto, el mes número 8 del año. Bueno, pues logró empeorar algo que ella misma consideró un bajo y caro desempeño: de 8.2 a 3.6 recomendaciones por mes.
El 29 de agosto pasado ya le renunció su primer visitador, José Martínez Cruz, arguyendo injerencias indebidas del secretario ejecutivo, Francisco Estrada Correa (aunque sin mencionarlo en su escrito de renuncia). Dijo se extralimitaba en sus funciones, tomando decisiones que debería tomar la ombusperson.
Se sumó, dicen, que le ordenaron despedir a los trabajadores de la oficina especial para el Caso Ayotzinapa (justo cuando ahora su informe, con nuevas líneas de investigación, toma mayor relevancia) o cesar a empleados que viven con vih (que no es precisamente un buen ejemplo en una oficina de Derechos Humanos). También creo que ha tenido ya tres directores de comunicación social…
Si una de sus preocupaciones mayores es la austeridad y también ante diputados presumió que había corrido a la chef del anterior titular de la CNDH, ahora encuentran en el refrigerador cortes de carne estilo argentino congeladas que, según testimonios de la cocina, era para todos los trabajadores y se servían hasta 50 comidas diarias. Extraño para un gobierno que dice que los servidores públicos harían bien en invertir hasta en su propia señal de celular, luz o hasta computadora.
Y luego hay cuestiones que llaman la atención. Si tanta fue la crítica a la gestión anterior, ¿qué hace todavía en el organigrama Joaquín Narro Lobo, una de las manos derechas de Luis Raúl González Pérez aún como secretario técnico del (casi inexistente, porque casi todos han renunciado) Consejo Consultivo?
Lo cierto es que tampoco Piedra Ibarra tiene instituciones que le puedan hacer segunda. La Comisión Ejecutiva de Atención a Victimas (CEAV), al igual que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) siguen acéfalos.
Habla –a gritos- de la supuesta prioridad que tienen los derechos humanos en este país cada dia más militarizado.
¿Y AMLO?
En la mañanera criticó –con todo respeto- a organizaciones feministas que osaron pintar un retrato de Francisco I. Madero.
“El que afecta la imagen de Madero o no conoce la historia, lo hace de manera inconsistente o es un conservador, es un proporfirista”, dijo el presidente. Es curioso ver la imagen de las encapuchadas y pensarlas como convervadoras y proporfiristas, pero en fin.
Y defendió a Rosario misma, por su historia familiar: “No es una académica, de la sociedad civil o una conservadora, es un familiar de una víctima la que está a cargo, porque los que estaban antes eran unos simuladores”.
Ya. ¿Venir de la sociedad civil, de donde venía Rosario Piedra y su madre es una mala credencial para este gobierno? Parece que sí. También ser académica, caramba. Pues queda claro que no tiene autoridad entre organizaciones de la sociedad civil, ni capacidad de diálogo pues. ¿Capacidad técnica? Mmm, no la veo.
Me quedo, para terminar, con Yesenia Zamudio, del grupo “Ni Una Menos”. Pidió la renuncia de Piedra por no dar respuesta a las necesidades de las víctimas y desmantelar el organismo. “Las víctimas no son los narcos, los sicarios, que son a los que atiende. Las victimas somos la sociedad civil, el pueblo”, dijo.
Y yo recuerdo cuando AMLO se paró expresamente a saludar a la mamá de El Chapo, en Sinaloa. Vaya mundo al revés.
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