Columna Diálogo
Diputados van y vienen de una bancada a otra sin pena alguna, desnudando la realidad y confirmando la prostitución que en el Poder Legislativo prevalece sobre la representación ciudadana.
Las cámaras han dejado de ser el espacio de debate constructivo para convertirse en una arena destructiva donde se miden fuerzas de poder haciendo lo que sea necesario para vencerse entre sí ante cada situación, tema o posición en disputa.
Especialmente esta legislatura ha sido vergonzosa y las pugnas entre la coalición que en el 2018 formaron el PT, Morena y PES se han acentuado llevándose entre los pies a la institución representativa. Dicen ser diferentes pero con las mismas prácticas de antaño.
El objetivo de quienes conforman los grupos parlamentarios dista mucho de la responsabilidad y representación ciudadana. Lo que hemos visto esta última semana previo a la designación de la Presidencia de la Mesa Directiva en este tercer y último año en San Lázaro es repugnante.
Se han perdido todas las formas y como ejemplo están las palabras del mismo coordinador del PT Gerardo Fernández Noroña llamando ‘pandilla de asesinos’ a sus colegas priistas e increpando al presidente Andrés Manuel López Obrador:
“¿Señor general, porqué quiere que les entregue la plaza a los conservadores si la tenemos ganada?”
Esta es la forma en que se refieren a la confianza que el ciudadano depositó en sus personas: ‘la plaza’ como si se tratara de grupos de delincuentes subordinando al más débil.
Primero el PT anunció 5 diputados más a sus filas para vencer por uno al PRI; luego uno de ellos se echó para atrás y quedaron empatados, pero el PRI en el mismo afán de ganar al PT la Mesa Directiva también sumó horas antes de la decisión a 4 diputados del PRD a su bancada.
Con estas 4 adhesiones al tricolor el PRD se queda con 8 curules pero impide que Gerardo Fernández Noroña presida San Lázaro. Así las revanchas en la izquierda que ganó abrumadoramente en 2018.
Pero el caso de la disputa por la mesa directiva no ha sido la única, esta mala práctica se ha suscitado desde las horas siguientes a la toma de protesta de la actual legislatura en septiembre de 2018 a la fecha. Hay legisladores que incluso han ido de morena al PRD y del PRD al PRI.
La ola de odio, revanchas y división que caracterizó el pasado proceso electoral es más difícil de superar que la pandemia misma.
Horas después de la toma de protesta a los diputados de la actual legislatura en septiembre de 2018, Morena quien obtuvo por elección y representación proporcional 247 curules, anunció que sumaba cinco más del Partido Verde y al día siguiente otros 4 del PT para alcanzar con 256 en total la mayoría absoluta que el ciudadano no le otorgó en las urnas. Pero eso a ellos no les importa.
El caso del PT es inaudito, ganó en las urnas 29 curules en total, 26 por mayoría y 3 de representación proporcional; a la fecha cuenta 46 diputados en su bancada; algunos ‘cedidos’ por el mismo Morena y otros ‘convencidos’ del PRD o PES.
Enumerar uno a uno los legisladores que van y vienen de una bancada a otra o se arrepienten y se regresan como el caso de Manuel López Castillo, quien por tres días formó parte del PT y luego regresó a Morena esta semana, es innecesario.
Nos preguntamos ¿en qué momento vamos a producir como país? ¿A qué hora vamos a pensar qué sigue? Estamos atrapados en crisis tras crisis.
Mientras el Presidente está instalado en su afán de distracción con temas superficiales y además irreales, el Poder Legislativo está enfrascado en intereses partidistas y así, apuestan a obtener la confianza de los electores en 2021. Ni la pandemia, ni la situación económica o la inseguridad han sido más importantes que el control del poder para ellos.
Se han perdido todos los valores, el pudor y el honor en el sistema político, definitivamente debemos plantearnos la forma de parar la prostitución que hoy se vive en Poder Legislativo.
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