Por Dr. Paulo Gutiérrez Torres
Prometo algún día, grabar su nombre en algún quirófano de este país, porque su mayor virtud, fue que ayudo siempre sin mirar a quien, humildad y sencillez, lo que caracterizo su grandeza, su carrera, su vida, sin lugar a dudas su nobleza y fortaleza, lo convirtieron en un caballero de mil batallas.
Estás palabras de despedida son para usted, al más grande cirujano pediatra de Sonora, y uno de los mejores del país; Dr. Tomás Martínez Estrada, por siempre mi eterno agradecimiento para usted, mi querido maestro, mi amigo, mi segundo padre, además de ser, un gran cirujano pediatra, era un tipazo.
Todo un gran ser humano, siempre ecuánime, extremadamente honesto e incorruptible, servicial, único en su estilo, cuidadoso de su técnica quirúrgica, ágil y certero, limpio, con un sentido del humor impecable, excelente compañero, gran maestro quien me enseño desde cómo agarrar el bisturí, hasta trasmitirme todos sus secretos en quirófano.
Se jubiló regalándome la llave de su locker, que durante casi 30 años era suyo del gran cirujano guardián de los niños de sonora, siempre envidiado, jamás igualado, te llevaré en mi corazón y honraré tus enseñanzas tal cual lo hacías, tú que confiaste en mí, desde que era residente.
Te sentías tan orgulloso de mis logros, tantas veces me defendiste y protegiste, como un padre defiende a un hijo, lo voy a extrañar mucho, le pido a Dios que de resignación a su familia y a todos los que lo conocimos, a todos los que ayudaste y te brindábamos respeto y cariño, siempre te llevaré conmigo, no te lleva la pandemia, lo lleva dios a su lado, porque necesitaba ángeles así.
Usted ya cumplió su cometido, y lo hizo de sobra, aquí nadie lo olvidará, mi respiración desde el día de hoy no será la misma, porque, aunque la vida siga ahora será un poco triste para mí, y es que siempre necesitaré de sus consejos, de que me escuchaba y apoyaba en mis planes y mejor aún me ayudaba a concretarlos, o me corregía el rumbo.
Aprendí mucho de usted, de su esencia, sobre todo cuando me decías “Pablito”, que orgulloso me siento de ti, ese sí que era mi estímulo mayor, para seguir enalteciendo su nombre, siempre diciendo eso lo aprendió de mí, en cada sueño realizado, o por realizar estará usted presente.
Enalteceré mi profesión, siguiendo sus pasos, y en cada niño, que pueda seguir ayudando, brindare su recuerdo, y así desde el cielo, cuidará como siempre lo hizo a miles de niños, de igual forma, cuidará de todos nosotros, mi respeto, cariño, admiración y agradeciendo para usted, mi “Doc”, gracias por ser el más grande ejemplo a seguir.
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