Si hace 7 años Moisés Nahim nos advirtió la era de “El Fin del Poder” bajo la tesis de que lo que se consigue más rápido, se pierde fácil y no es lo que era antes (aplica a gobiernos y empresas dominantes), hoy estamos bajo el mundo de la Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad (VICA) en todo. Este es un diagnóstico de los seminarios que imparte el doctor Kamal Munir de la Universidad de Cambrigde, Inglaterra.
Se trata de un mundo Volátil por los cambios constantes y rápidos. De Incertidumbre por falta de previsibilidad de las cosas. De Complejidad porque tenemos muchas partes y piezas que interconectar. De Ambigüedad: No hay claridad de como conectar esas partes y piezas.
Todo cambió de pronto y tendremos que aprender a vivir en la Nueva Normalidad. La transformación digital va de personas, procesos, data y tecnología. Se tendrán que crear nuevos escenarios, nuevos mercados, nuevas formas de consumo. Mucho de los que estamos haciendo en los negocios, educación, en el ámbito empresarial, quedará obsoleto, advierte este diagnóstico al que tuvimos acceso con Iván Juscamaita, especialista en Disrupción Digital en Perú. La innovación es el músculo empresarial que permite siempre estar listos a cualquier era de cambio, señala el peruano.
Y hay una conclusión que tumba toda estrategia rígida, libros o rutas criticas establecidas: En el mundo que viene, o estamos entrando, no existe receta, mezcla mágica para transformar organizaciones. Cada una debe encontrar su modelo a partir de experimentación constante viviendo con apertura, práctica, flexibilidad, sus operaciones. Esto es el mundo VICA al que estamos entrando. Un caso de estudio: ¿Por qué Apple sí pudo adaptarse y evolucionar y Kodak fracasó?
Apple supo leer la demanda del mercado. En 1997 estuvo a punto de irse a la banca rota: Revolucionó la industria de las computadoras al ofrecer tres servicios en uno: Teléfono, computadora, música en un solo producto: Iphone. De ahí creó su propio ecosistema de aplicaciones para bajar, comprar, adquirir sus productos. Creó una nueva necesidad de consumo digital bajo sus propias reglas de producción tecnológica. Innovó tomando en cuenta la disrupción que significó el internet. Sin tener teléfonos celulares se metió a un nuevo mercado que no dominaba y terminó por controlar.
Contrario a Kodak: Una empresa de un siglo de historia no supo leer la demanda digital. Pese a que en un periodo de 100 años marcó la agenda con campañas publicitarias que iban dirigidas desde Rochester New York con niños, mujeres (al lograr que para 1980 el 60 por ciento de las fotografías las habían captado féminas), logró introducir el álbum en la familia como una necesidad moral en cada casa, impuso la necesidad de conservar una fotografía como un momento sagrado, creó el mercado de turismo fotográfico, y hasta en anuncios de carreteras se metió. Tenía todo para innovar. No supo leer la entrada de Sony, por ejemplo, en 1980, la cual empezó a ofrecer imágenes en video. Bajo la arrogancia de ser un líder en el mercado. Bajo su confianza en que la gente siempre iba a preferir una fotografía de calidad y no podría ser sustituida por una imagen digital rápida, cayó en una seguridad arrogante. Pero tampoco quiso aceptar lo que el nuevo siglo en el 2000 demandaba: De la captura de imágenes de momentos sagrados, únicos, de calidad, el mundo demandó imágenes del momento para compartir experiencias, vanidades, conceptos que ya no necesitaban de un laboratorio de impresión. Una cámara digital, lo podía hacer. Ya no una manual con Kodak. Pero con la llegada de los teléfonos todo cambió. El gran error fue querer perpetuarse en su mismo sistema de trabajo: Invirtió en soluciones hibridas. Presentó nuevo formato de rollo fotográfico, introdujo el servicio de disco compacto para almacenar fotografías, entre otras estrategias que llevaron al fracaso una inversión de 3 mil millones de dólares pese a las advertencias que desde el 2000- 2006 se le hicieron en Financial Times con el doctor Kamal Munir.
Al menos en México no veo esta dimensión de lo que viene en los gobiernos y políticos. Deberían trabajar en la innovación de sus procesos: Desde la aplicación de servicios al público para cobros hasta contacto ciudadanos, la definición de nuevos programas para relanzar las administraciones públicas.
Los aspirantes a gobernar no saben otra cosas más que hacer entrevistas en sus redes sociales y creen que eso es innovación en este tiempo. Creen que con eso conquistaran al electorado cuando es todo lo contrario lo que viene en el mundo.
Continuaremos hablando de disrupción digital.
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