Como lo comenté en alguna columna anterior, ser un ciudadano se puede entender como pertenecer a una determinada comunidad política, ser mexicano, colombiano, español, etc. Es decir, la ciudadanía pudiera ser algo tan simple como en qué lugar naciste o a qué país te has nacionalizado.
El ser un ciudadano debe implicar desarrollar un sentimiento de pertenencia y de identidad de ese lugar, pero hoy más que nunca podemos afirmar que ser un ciudadano es mucho más que eso, debemos entender que llamarnos mexicanos implica ser una parte activa de esta sociedad, sus raíces, su cultura, su comida, sus tradiciones, sus valores y sus instituciones.
La ciudadanía activa es un concepto que se aplica a todas aquellas personas que integran una comunidad y que tienen un comportamiento firme y comprometido con todo aquello que acontece en la misma.
Es decir, el ciudadano activo es aquel que cotidianamente busca involucrarse constructivamente en todos los asuntos de su comunidad, el que no se queda callado, aquel que se reúsa a aceptar pasivamente las acciones de sus autoridades y está dispuesto a construir soluciones para los problemas comunitarios.
Dos muestras recientes de esto fueron los eventos masivos organizados por las mujeres en diferentes ciudades del país los días 8 y 9 de marzo pasados. Ellas nos dieron ejemplos a todos los demás de lo que es la ciudadanía activa y estoy seguro de que veremos frutos duraderos y valiosos de esos esfuerzos.
Como referencia histórica reciente, revise un documento publicado en 2014, elaborado por un equipo de investigación multidisciplinario del Colegio de México, en colaboración con el INE, quienes presentaron un Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México.
En dicho documento los investigadores hicieron un diagnóstico sobre las condiciones, prácticas y ejercicios de la ciudadanía en México. Ellos encontraron que el porcentaje de mexicanos que dijeron involucrarse en algún tipo de participación política diferente del voto (participación no electoral) es muy pequeño.
Una de las razones para explicar esta falta de interés en la participación ciudadana fueron los bajos niveles de confianza en el otro, así mismo en todos los niveles socioeconómicos existe desconfianza generalizada hacia el gobierno y muchas de sus instituciones, en lo general sólo se confía en las redes familiares.
El estudio en cuestión resume que los mexicanos son ciudadanos pasivos y reactivos, participan de manera coyuntural, generalmente por razones altruistas y prefieren las acciones individuales antes que las colectivas.
No obstante esta realidad del 2014, creo que estamos viendo cambios importantes en la ciudadanía, posiblemente en parte por la llegada de nuevas generaciones, la movilización social que provocó el gran sismo de 2017 en la Ciudad de México, el efecto de las redes sociales en la difusión de ideas, o las nuevas capacidades de organización que las nuevas tecnologías han brindado, por hablar de algunas causas de nuestra nueva realidad.
En días pasados vimos como la sociedad civil presionó a sus autoridades locales para que se tomaran decisiones respecto al distanciamiento social que llevaron a adelantar el cierre de escuelas y a empezar un aislamiento en casa autoimpuesto, en el ánimo comunitario de aminorar el efecto de la pandemia del COVID-19.
No recuerdo algún antecedente en el cual los gobiernos locales se adelantaran a las disposiciones federales en ninguna otra materia, en cuestión de días se consiguió una respuesta necesaria, a pesar de que también existen muchos detractores e intereses en contra de las medidas.
Veo un activismo muy positivo en muchas personas y se ha creado un animo de concertar más acciones para mover a las autoridades, para no dejarse, para hacerse oír, esto es algo que nos hace mucha falta como país, que todos seamos ciudadanos activos.
Obviamente no podremos ponernos de acuerdo en todo, somos diferentes, pero tenemos muchas cosas en común, este tipo de acciones nos llevaran a tener mejores autoridades, instituciones más fuertes y seguramente un mejor país para todos nosotros.