Lamentablemente hoy en día debemos aceptar que no tenemos una cultura de previsión arraigada, para muestra veamos a nuestro alrededor, aún entre personas con un buen grado de educación o de experiencia de vida, cuántos tienen seguro de vida o de gastos médicos, cuántos han hecho ya su testamento, quiénes tienen un extintor recargado a la mano, lo más probable es que nos encontremos con muy pocas personas previsoras.
Muchos podrán justificarse diciendo que no tienen este tipo de instrumentos de previsión por una cuestión monetaria, pero si preguntamos un poco acerca de la forma en que vemos nuestro futuro, veremos que más bien es una forma de ser de muchos de nosotros, preocuparnos por lo del día y menospreciar planear para el mañana.
Vivimos apagando fuegos, resolviendo crisis que se repiten, nos mantenemos ocupados con nuestros problemas del día, atendiendo lo urgente en vez de lo importante, buscando ser eficientes por gastar menos en vez de asegurarnos de ser eficaces logrando mejores resultados.
Los accidentes, las enfermedades, los desastres y muchos otros problemas graves nos pueden pasar en cualquier momento, pero muchos se pueden prevenir o en el peor de los casos al menos reducir su impacto, o aumentar nuestra capacidad de respuesta, si contamos con una cultura de la prevención.
La cultura no tiene que ver solo con una educación formal acerca de estos temas, sino con establecer un sistema de valores como sociedad, es decir, darles importancia a estos temas y buscar saber cómo se hacen las cosas, con el objetivo de acordar normas de comportamiento sustentables.
En México tendemos a restarle importancia a todo lo que implique planeación, a establecer procesos, nos disgusta seguir instrucciones, frecuentemente nos negamos a respetar procedimientos.
Hoy en día el mundo se enfrenta una vez más a una pandemia, es decir la “propagación mundial” de una nueva enfermedad, de conformidad a la Organización Mundial de la Salud, esta misma organización define a un brote como la aparición de casos de enfermedades que exceden lo que normalmente se espera, y clasifica a una epidemia como más que un número normal de casos de enfermedad, el comportamiento específico relacionado con la salud u otros eventos relacionados con la salud en una comunidad o región.
Cuando una enfermedad se clasifica como pandemia, se teme por la salud de todo el mundo porque se cuenta con la suficiente evidencia científica de respaldo, lo que se busca es alertar oportunamente a todos los países para reducir el impacto de la nueva enfermedad.
Lo que preocupa en este caso no es la gravedad de la enfermedad en sí, existen otras enfermedades más graves, así como también otras más contagiosas, el problema de esta pandemia, dada la realidad de nuestra forma de vida actual, es la rapidez con la que aumentan los casos de personas que ocupan atención médica.
El COVID-19, es decir esta nueva cepa del Coronavirus, es una enfermedad que en sí no es grave para la mayoría de las personas, pero para un número importante de seres humanos el hecho de contagiarse les provoca complicaciones de salud importantes.
En las semanas pasadas han estado muriendo pacientes no tanto por la infección en sí, si no por los efectos de la enfermedad en organismos que tienen otro tipo de padecimientos como alta presión, diabetes, insuficiencia respiratoria, problemas de corazón, asma, entre otros padecimientos, que son muy comunes en nuestro medio.
Los sistemas de salud que no prepararon para la contingencia a la población de su país están enfrentando problemas muy serios de saturación de su capacidad de respuesta y atención. En estos casos ya no solo es el tema de los padecimientos previos que pudieran tener los infectados, sino se le agrega el hecho de que se puede morir por falta de atención a sus padecimientos, por el crecimiento explosivo de casos.
Estamos padeciendo una sobre oferta de información de todo tipo referente a este tema, se ha creado pánico en una parte de la población y escepticismo en otros tantos. Las próximas dos o tres semanas empezaremos a vivir nuestra realidad, como lo han hecho muchos otros países en donde llegó la enfermedad primero.
Nuestras autoridades en todos los niveles de gobierno tendrán una gran prueba de fuego, está en juego su credibilidad y su capacidad de estar al frente de sus responsabilidades, ya que a cualquier líder se le mide por sus respuestas ante las crisis más que por su trabajo de diario, pero también como sociedad estaremos a prueba, aprovechemos esta contingencia para crear una mejor cultura de la previsión.