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viernes, abril 19, 2024

El compostaje y la escuela

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Columna El breve (verde) espacio

Dice la dirección de Servicios Públicos Municipales que los hermosillenses generamos medio kilo de desechos orgánicos domésticos al día, en promedio, para un bello total de 500 mil kilos, cada 24 horas; volumen* que no se trata ambientalmente, ni se le saca ningún provecho social, cuando su correcto tratamiento podría ayudar a convertir a Hermosillo en un oasis y en un ejemplo en la enseñanza, del cuidado de la naturaleza a los hijos, los nietos y más allá.

Una de las tres o cuatro principales razones por las que reforestar ha sido tan lento o que, bien, limita la existencia de huertos urbanos, por ejemplo, es la falta de materia orgánica que brinde una ventaja a las plantas por la vía de la nutrición y lograr un más rápido crecimiento y un mejor desarrollo de la planta.

Es cierto, los árboles del centro y norte noroeste de Sonora pueden prosperar en suelos con poca materia orgánica, sin embargo, mezquites, palo fierros, palo verdes o guayacanes, crecen más rápido en sustratos ricos en materia orgánica y humedad por arriba del promedio del hábitat natural.

Las autoridades municipales son reacias a invertir en aspectos ambientales que atiendan el fondo o las razones de la huella humana, en la capital. Se limitan a algunas tareas como reforestar (lo cual no está nada mal), la cual casi siempre es delegada a la acción directa de las organizaciones de la sociedad civil y los colectivos de jóvenes en pro del medio natural.

Realmente no se invierte en soluciones, pero sí se arrastra una abultada nómina que no ha contribuido a resolver uno sólo de los problemas ambientales de Hermosillo. ¿O sí? ¿Cuál? Cuánto nos cuestan la Cidue y el Implan juntos. Mucho, tal vez demasiado.

Sin embargo, no tenemos un sistema de monitoreo de la calidad del aire, ni un protocolo de tratamiento a las posibles contingencias de los días en que la atmosfera capitalina es irrespirable.

Tampoco se le enseña masivamente a la gente qué hacer para evitar que sus desechos domésticos produzcan miles de toneladas de metano al año, que no sólo se suma a la gama de gases de efecto invernadero, sino que provoca incendios en los basureros oficiales y clandestinos, envenenando más la polución que respiramos.

Vamos, se sigue intentando reforestar con árboles no nativos, de 20 centímetros de alto, grandes consumidores de agua donados al municipio por Grupo México.

Ojo, echarle agua tratada al Parque Metropolitano, herencia del Maloro, no cuenta como esfuerzo, pues cada mes nos cobran por tratar y darle un destino a esa agua, nomás eso faltaría, que nos quieren decir que son muy chingones, cuando con lo que ganan es lo menos que pueden hacer, cuidar y reponer la infraestructura dañada por desgaste u otras razones.

Si los más de 500 planteles educativos de Hermosillo, recibieran los desechos orgánicos de las casas de los niños y lo hace composta, la nuestra sería una ciudad más limpia, saludable y ambientalmente amigable.

Con lo que cuesta un camión de basura se podría realmente acabar para siempre con el tema de los desechos orgánicos domésticos y su contribución a la emergencia climática global.

Y lo mejor, es que no se ocuparía ley alguna que haga que la gente se sienta a huevo con lo que debería ser un gusto, por sus hijos y su planeta.

La gente, pero sobre todo los niños, deben ser formados en el marco del conocimiento del suelo y sus procesos de vida. De cómo es que un gramo de este sustrato natural puede haber hasta diez millones de seres vivos tejiendo la enorme red vital en la producción de nuestros alimentos.

Las escuelas son la puerta más accesible a las “ecotecnias” que nos pueden ayudar a amortiguar el proceso de destrucción de la naturaleza:

Pueden Compostar 500 toneladas de materia orgánica al día, usar la composta para tener amplios y bellos jardines donde prosperen flores que ayuden a sostener poblaciones mayores de abejas y otros polinizadores.

Las escuelas pueden usar la composta en la producción de árboles y apoyar –al menos- con eso todas las tareas de reforestación del municipio.

Con tanta composta, se puede tener un huerto al menos en cada escuela o espacio púbico susceptible en Hermosillo.  Los huertos son una pieza clave en la enseñanza de una mejor relación con la naturaleza a los niños.

Te dan alimento sano, libre de pesticidas y la posibilidad de niños y padres más nutridos, con menos obesidad, avitaminosis o problemas de aprendizaje. No hay maestro que en su solaz interno no haya llorado al ver un niño que no puede aprender porque sabe que no come.

Compostar en los planteles educativos, es una carambola de varias bandas, en materia de reducción de carbono atmosférico, para fijarlo en la tierra donde debe estar.

No se ocupan enormes inversiones, sino más bien sentido común y media cucharadita de voluntad política. La ruta crítica que nos llevará de pelar una papa a plantar un árbol con esas cáscaras compostadas, tiene su chiste, pero no es nada del otro mundo, hasta yo lo puedo hacer.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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