Hermosillo, Sonora-. A “Tita” le salvó la vida tener un huerto en su casa. Cuidar las plantas, sembrar, cultivar, comer y hasta vender de su propia cosecha la liberó de un cuadro de depresión.
Rosa Delia Terán Urías vive en Hermosillo. Por condiciones y presiones laborales, recuerda los días que pasaba sumergida en una depresión hasta llegar al punto de necesitar pastillas para lograr conciliar el sueño apenas en 2019.
Ahora sus 48 años, buscó algo que la ayudara a salir adelante. Un distractor o una actividad en la cual ocupar su tiempo libre. Fue entonces cuando decidió iniciar un huerto que se ha convertido también en un espacio de liberación.
“Hace como un año que me enfermé de depresión, hasta que un día le dije a mi esposo que yo quería tener algo, sembrar algo. Entonces le pedí que fuéramos a comprar unas semillas.
Trajimos las semillas y me puse a sembrar tomate, cebolla, chile güerito, chile jalapeño, rábanos… y me dio muy buenos frutos, ya ni comprábamos verdura”.
Al nacer y crecer en Magdalena, Tita vivió una infancia rodeada de la naturaleza, viendo cómo su familia sembraba frutas y verduras, así que desde pequeña supo que en algún momento ella quería hacerlo también.
“Toda mi familia, mis tíos tienen milpitas y así me crié yo allá. Nosotros veíamos como sembraba, encajaban la semilla y así también es como lo hago yo.
Meneamos la tierra, ponemos la semilla. De hecho ahorita acabo de sembrar, yo creo que en una semana más ya se me va a dar”.
Era fin de semana. Uno de sus tres hijos, Cristian, quería comprar botanas pero al no haber trabajo ni dinero era complicado, hasta que se le ocurrió vender algunos de los nopales que Rosa Delia había sembrado.
Fue la primera vez que pudo vender algo de su huerto. Algo que ella había cosechado, cortado y cuidado. La respuesta de sus vecinos fue tan buena que en ocasiones llegaban a su casa preguntando si tenía más nopales.
“Es muy padre ver. También la vecina me dijo que qué bonito tenía y otros vecinos de abajo vienen a ver mi huerto. A mí me gusta mucho, yo aquí me la llevo atrás, las venía a cuidar -las plantas- de los pájaros que venían y me comían todo.
Me ayudó mucho tener el huerto. Desde que yo vengo aquí, empecé a no sentirme así, me sentía mejor y con esto superé esa etapa”.
El huerto que inició primero solo con nopales, ahora cuenta con distintos tipos de chile y cebolla, con melones, cítricos, orégano, granadas y más frutas y verduras que adornan el patio trasero de Rosa Delia.
Conocida entre sus vecinos por ser una de las pocas personas que cosecha de su propia mano, Rosa Delia encontró en sus cultivos algo más que un distractor: una motivación que la ayudó a superar la etapa más difícil a la que se ha enfrentado y que la estimula a salir adelante día tras día.