El manejo de los titulares, las mesas de análisis o los comentarios editoriales realizados en medios de comunicación sobre las manifestaciones que realizaron las mujeres por el hartazgo que provoca toda una historia de machismo sistemático, son una muestra de que aún nuestra sociedad debe incorporar la perspectiva de género en el manejo de la opinión pública.
Mesas de análisis conformadas solamente por varones para hablar de feminismo, indignación reaccionaria en redes sociales para cuestionar la rabia de las mujeres que manifiestan su indignación, y un discurso oficial de los tres niveles de gobierno que minimiza la lucha de ellas por una vida libre de violencia; todas son manifestaciones de inseguridad, de quebranto o negación frente al cambio.
La realidad es que el lado correcto de la historia es estar con las mujeres que alzan la voz y exigen un cambio social, cultural, pero sobre todo de políticas públicas acompañadas de acciones contundentes para erradicar las violencias machistas.
Los movimientos feministas están trayendo consigo cambios tanto culturales como sociales que deben verse desde una dimensión global e incluso civilizatoria.
Porque tenemos que reconocerlo, las mujeres están cimbrando los cimientos de nuestra civilización y son la vanguardia para construir menos desigualdad entre las personas, independientemente del género.
De la teoría feminista y de género toman muchos conceptos el multiculturalismo teórico, los movimientos a favor de la diversidad sexual y amorosa, e incluso las luchas por la no discriminación de los derechos humanos.
Cuestionar al feminismo por unas manifestaciones de rabia, hartazgo e indignación, es desconocer el fondo, la lucha por una sociedad y una civilización con una cultura menos discriminativa por razón de género, pero sobre todo, y más en Sonora y México, menos machista, feminicida y violenta contra quienes no se ciñen a la heteronormatividad masculina.
Los hombres antes de discutir si es valido o no que las mujeres rallen paredes, derriben puertas o rompan cristales, debemos ser más empáticos, porque sus reclamos van dirigidos hacia la violencia que históricamente hemos ejercido contra ellas desde las instituciones de nuestra sociedad y cultura. Antes de hablar, teorizar o argumentar posturas, debemos aprender a escuchar para deconstruir socialmente la masculinidad que lleva a muchos hombres a ser machistas y violentos con las mujeres.
Este marzo será muy activo en la lucha de las mujeres, y al igual que ellas los hombres también tenemos mucho que trabajar.
Quizás no en marchas, frente a los micrófonos o incluso en las redes sociales, pero si en reflexionar e interiorizar la posibilidad de ser hombres de otra forma; de una que respete la vida de las mujeres y de quienes no siguen los patrones heteronormativos del status quo.
Seamos parte del cambio civilizatorio que encabezan el feminismo, no como aliados en una guerra de sexos, sino como personas consientes de que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres y que nadie merece ser discriminado o violentado por razón de género.