El argumento de regresar los días festivos nacionales a los días que en que sucedieron para de esta manera mejorar el conocimiento de la historia y el patriotismo nacional está basado en una falsa disyuntiva.
La propuesta es escoger entre los días en que sucedieron para así mejorar nuestro conocimiento histórico y nuestro civismo, o bien recorrerlos unos días para volvernos desmemoriados históricos y apátridas está planteada sobre falsos supuestos.
El conocimiento histórico de la población no depende de la celebración de desfiles, carros alegóricos ni de declamaciones y discursos encendidos, depende más bien de una buena educación de calidad y de la publicidad que se le dé a los temas históricos en los medios de comunicación.
Una propuesta más razonable es que optemos por ambas cosas: que nos quedemos con los puentes actuales y mejorar el conocimiento histórico y el patriotismo teniendo una mejor educación escolar y cívica sobre nuestra historia, así como con vistosas ceremonias públicas en los días que corresponde. Así todos contentos y no se afecta la ya vapuleada economía.
Propuestas sobre el calendario
Pocas cosas hay tan absurdas en nuestra cultura como nuestro calendario. Tenemos días de la semana dedicados a la luna y a los dioses Marte, Júpiter y Venus, así como días del mes que en su significado dicen que son del séptimo al décimo (septiembre a diciembre), pero que en la realidad son del séptimo al duodécimo.
El Papa Gregorio, cuando los papas tenían más poder terrenal, hizo cambios y mejoras necesarias en el calendario agregando los años bisiestos, pero no le cambió los nombres de los días de la semana ni los de los meses.
De modo que seguimos conmemorando, aunque de manera inconsciente, a los dioses y emperadores romanos.
Los intentos que hicieron la Revolución Francesa y la Revolución Rusa por modificar y hacer más razonable su calendario no prosperaron y fueron finalmente cancelados. Más exitoso ha sido el cambio que hicieron los portugueses al cambiarle los nombres a los días de la semana y ponerles números. Así en Brasil, el viernes es la “sexta feria”.
Usted dirá si le gusta que los nombres de la semana fueran números. También sería bonito recuperar los nombres de los meses que utilizó por una década la Revolución Francesa y así tendríamos los meses florido, brumoso, nevoso, lluvioso, etc.
Todo esto viene a cuento, porque en vez de modificar los “puentes” que tenemos actualmente, se pudiera hacer otros cambios. Propongo que se cambie el día de las madres del 10 de mayo al segundo domingo de mayo.
Me parece que no sería en menoscabo del aprecio a nuestras mamás y tendría muchas ventajas familiares, laborales y comerciales. Igualmente se le pudiera dar un nuevo contenido de lucha contra la violencia intrafamiliar y de género. Esto sí sería un cambio benéfico.
Igualmente, propongo que se cambie el día del trabajo y que en vez de ser el 1 de mayo, día en que se conmemora una masacre de trabajadores en Chicago y que no conmemoran los estadounidenses, y se mueva a otro día que se pudiera discutir.
Cuestión de encuadres
Es muy hábil López Obrador al llamar “puentes” a los actuales días festivos movidos al siguiente lunes. Para mí, que viví mi escolaridad cuando las fiestas cívicas se celebraban en los días que corresponden, los verdaderos “puentes” eran aquellos días que quedaban entre el festivo a media semana y el fin de semana contiguo.
Esos sí eran “puentes”; recuerdo cómo bajaba la asistencia escolar y se relajaba el ritmo de trabajo en toda la semana. Era la ocasión de pedir permiso o día económico armar un “puentotote”.
Voto por que no le muevan; que las fiestas cívicas movidas se queden como están y que mejor se promueva una mejor educación histórica y cívica.