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miércoles, diciembre 17, 2025

Francisco González, un maestro diferente y una voz que marcó para siempre la Universidad de Sonora

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Hermosillo, Sonora.- La Universidad de Sonora se ha construido a través de grandes estudiantes y maestros que han forjado, con especial ímpetu por el conocimiento, crecimiento y sueños, su visión en una institución educativa que ha evolucionado con el tiempo.

Uno de esos maestros, es el académico Francisco González Gaxiola, desde su llegada a la Escuela de Altos Estudios en 1966 con tan sólo 16 años (Tercera Generación), hasta sus primeras clases como docente en la universidad, donde ayudó al crecimiento de lo que hoy se conoce como Licenciatura en Literaturas Hispánicas.

“La carrera que fundó el rector Moisés Canale en 1964, estaba dirigida a formar personal docente que fuera a las escuelas secundarias y preparatorias a enseñar redacción, composición, porque son muy fundamentales para cualquier carrera”.

“Los candidatos o posibles alumnos iban a venir de las normales, así se pensó. En cuanto se abrió la escuela, vinieron muchos profesores, nada más que, es un rigor muy diferente”, señaló el académico.

Explicó cómo las primeras generaciones tuvieron que llevar muchos cursos intensivos para que les reconocieran la escuela preparatoria y luego los Altos Estudios.

“Cuando entre al primer semestre, estaba lleno y para enero, quedábamos unos diez, muchos no aguantaban el ritmo, la exigencia, la lectura de un día para otro, porque eran profesores que estaban estudiando y no les iba a permitir dejar de trabajar”, recordó.

El maestro también habló sobre las primeras huelgas que vivió, así como las transiciones que sostuvo la universidad y el alumnado con forme fue creciendo.

“Fueron momentos muy duros… Muchos líos políticos”, comentó.

En su paso universitario, González rememoró sus inicios, donde no sabía con exactitud qué estudiar.

“Pero lo de literatura, historia, estética, filosofía, eso como que me sonaba muy bonito, el área de Humanidades”.

“Yo me di cuenta que iba a ser profesor en cuarto semestre, no sabía bien en que iba a trabajar, pero me dio mucho gusto saber que sería profesor”, aseguró.

Recordó sobre sus primeros cursos como maestro, donde temblaba por terror escénico, “cada vez que entraba al salón, apretaba una pelota, para que se me quitarán los nervios”.

Siempre he batallado frente al público, me pongo muy nervioso, siempre tengo que hacer algo”, reconoció.

Aprendizaje en el extranjero

Francisco González continuó sus estudios en la UNAM, tomando la maestría a distancia e intensiva, algo que no le pareció.

Posteriormente, recibió la invitación ir a Michigan, en 1979, donde estuvo dos años en maestría, regresando años más tarde a la Universidad Estatal de Michigan, para realizar su doctorado.

“Como unos siete años después, fui a la Universidad de Barcelona. Siempre me ha gustado mucho, son periodos muy intensos, lees muchísimo, pero yo digo que mi formación como profesor, mi riqueza y entusiasmo, comenzó en Estados Unidos”.

Allí, fungió como profesor asistente, encargándose de uno o dos cursos, dando clase de Español y Literatura.

“El método que usan, es que tú eres igual que un alumno. Te pueden contradecir, no como en Europa, se enojan porque le haces preguntas en clase”.

“Pero en EEUU, me di cuenta que puedes discutir con un alumno, sobre cuestiones académicas; me gustó mucho los procedimientos, actividades, todo muy rápido”, mencionó.

Asimismo, afirmó que no sólo tiene gusto por la literatura, sino por la lingüística, en una conjunción que formó parte de su crecimiento como estudiante y maestro.

Según recordó, comenzó su aventura como profesor en la Universidad de Sonora en 1971, en una preparatoria “incorporada”, a sus 24 años.

Un método más abierto

“La tarea del educador moderno no es talar selvas, sino regar desiertos”, C.S. Lewis

Uno de los puntos más interesantes dentro de la forma de impartir clase, es decir, transmitir al alumno aquello que se desea que aprenda, un conocimiento que llega de diversas formas empíricas, es que es cambiante, variante y evolutiva.

Tras su paso por el extranjero, González explicó que la técnica que más le gusta aplicar es el “extrañamiento”, aunque confiesa no adherirse a ninguna en específico.

“Quiere decir que no hagas lo mismo todos los días. Simplemente a ver qué haces, pero saca los alumnos de la clase. Sácalo que respiren, que vean el cielo, el jardín, las flores, no sé”, comentó.

“Yo quería aplicar métodos que no fueran de esos modos en que el alumno va aprendiendo mucho conocimiento, pero escasa vez tiene oportunidad de regresar lo que aprende”, aclaró.

En un principio, el método se aplicaba en muy pocos alumnos, pero ese número creció y tuvo que adaptarse a ello, sin dejar de lado su método de enseñanza, algo que incluso (y con agrado) ha visto que se implementa en grados escolares esenciales, como primaria, secundaria y preparatoria.

Legado universitario

Tras 60 años impartiendo catedra (jubilado en enero del 2024), Francisco González es uno de los maestros que más marcó una de las carreras con mayor mística dentro de la universidad.

Después del viaje y con nuevos en el tintero, aseguró sentirse contento, tranquilo y, hasta orgullo, donde casi todos los actuales maestros en el departamento, fueron sus alumnos.

“Me da gusto porque son muy buenos”.

Cabe mencionar que, desde 1997, existe el Taller de Autobiografía de la Universidad de Sonora, creado por su interese ante este método.

Por último, rememoró con agrado del reconocimiento que le hicieron durante una sesión, cuando pidieron un aplauso y terminó recibiendo un minuto entero de ellos.

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“Me quedé como piedra. ¿Cómo me gustó que me dieran ese aplauso? Para mí fue lo máximo”, finalizó.

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