El más reciente informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, titulado 5º Reporte sobre la Trata de Personas, revela que plataformas como Roblox, Free Fire y Among Us se han convertido en espacios digitales donde se comete grooming, una forma de acoso que puede derivar en delitos como explotación sexual y difusión de pornografía infantil.
La investigación advierte que las bandas de trata se han adaptado al mundo digital y que el uso masivo de internet entre menores ha hecho que el número de posibles víctimas crezca sin control.
Las redes sociales y los videojuegos permiten el contacto directo entre desconocidos, y ese primer “hola” puede convertirse en una relación manipuladora y peligrosa.
Roblox y Free Fire concentran el 69% de los casos de grooming detectados. En México, Roblox cuenta con más de 21 millones de usuarios y es particularmente popular entre niñas de 6 a 12 años, lo que lo convierte en un blanco frecuente para los agresores.

El informe señala que estos videojuegos ya son considerados redes sociales por el nivel de interacción que permiten, y que los agresores suelen hacerse pasar por “amig@s virtuales” para acercarse a sus víctimas. En el 39% de los reportes, los responsables fueron identificados justamente de esa forma.
Durante el primer semestre de 2025 se reportaron 696 víctimas de pornografía infantil en el país, un aumento del 86% en comparación con el mismo periodo de 2024.
Este incremento no solo refleja la gravedad del problema, sino también la creciente confianza en la Línea y Chat Nacional contra la Trata de Personas (LNCTP), operada por el Consejo Ciudadano.
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A través de este canal, las víctimas pueden comunicarse directamente con autoridades, muchas veces sin pasar por sus padres, lo cual, según el Consejo, ha permitido un aumento en las denuncias. Desde su creación en 2013, la LNCTP ha recibido más de 21 mil reportes relacionados con trata de personas.
El grooming, explica el informe, genera sentimientos de vergüenza, miedo, ansiedad o depresión en los menores, lo que dificulta que se atrevan a contar lo que ocurre. Por eso, tener canales de comunicación confidenciales es clave.