Hermosillo, Sonora.– El entusiasmo por los malabares trajo a Daniel Luciano Arellano, de 29 años originario de Chocamán, Veracruz, hasta las calles de Hermosillo, donde comparte su talento con quienes transitan por el cruce de la avenida Obregón y Pino Suárez.
“Yo soy viajero, me gusta -dijera la gente- ‘andar de vago’ pero soy malabarista en las calles, en los eventos, donde sea que me inviten”, expresó.
Desde hace ocho años que Daniel se dedica de lleno a este tipo de actividad circense, y, al darse cuenta de que no conocía Hermosillo, decidió darse una vuelta al Norponiente del país.
“Pero como ahorita se viene el calorcito entonces también vamos a ver a dónde nos lleva el viento”, indicó.
Al darse cuenta de que aún no conocía Hermosillo, decidió emprender el viaje hacia el Norponiente del país. Sin embargo, con la llegada del calor característico de la región, ya contempla su próximo destino.
A pesar de la baja afluencia de personas por las vacaciones de Semana Santa, Daniel destacó que la gente hermosillense coopera, siempre y cuando se les ofrezca un espectáculo de calidad. Y él se ha asegurado de hacerlo.
Su rutina consiste en equilibrar una sombrilla con un balón de futbol en la punta, mientras lanza y atrapa tres clavas de malabares, todo en una secuencia de aproximadamente 30 segundos que mezcla destreza, ritmo y creatividad.
Daniel explicó que su acto es producto de años de práctica callejera, pero también del aprendizaje adquirido en talleres y clases especializadas.
“La mayoría lo aprendí en la calle, pero también, porque pues el público también es exigente ¿verdad? Entonces si te ven haciendo algo más chido pues te apoyan mejor también”, mencionó.
Por las altas temperaturas, Daniel se presenta de 7:00 a 12:00 horas para evitar riesgos como la deshidratación o un golpe de calor. Además, revisa el clima a diario, ya que su espectáculo depende de la ausencia de vientos fuertes que podrían poner en peligro su rutina.
Con su sombrilla, balón y clavas, Daniel no solo demuestra habilidad, sino también pasión por un arte que transforma cualquier esquina en escenario y cada semáforo en un momento de asombro.