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lunes, febrero 24, 2025

Afíliate… y sálvate

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La declaración política de la semana fue la del dirigente nacional del SNTE Alfonso Cepeda Salas, quien le ofreció a Morena más de 5 millones de afiliados, entre trabajadores y familiares.

Cepeda sabe —o debe saber— que la Ley General de Partidos Políticos en México, en su artículo 3, establece que: “Es derecho exclusivo de los ciudadanos mexicanos formar parte de partidos políticos y afiliarse libre e individualmente a ellos; por tanto, queda prohibida la intervención de: a) organizaciones civiles, sociales o gremiales nacionales o extranjeras; b) organizaciones con objeto social diferente a la creación de partidos y c) cualquier forma de afiliación corporativa. También sabe —o debería saber— que las organizaciones gremiales en México, sobre todo el SNTE, que actualmente cuenta con un poco más de 2 millones de trabajadores de la educación, son plurales y mantienen en sus estructuras a integrantes de todos los partidos políticos y corrientes de pensamiento que actúan en el escenario nacional. ¿De dónde entonces va a sacar el resto el dirigente nacional para completar los cinco millones?

Hay diputados, senadores, alcaldes regidores y síndicos formados en el magisterio que forman parte de todos los partidos políticos. La presencia de los maestros en el terreno electoral siempre ha sido muy codiciada por los partidos, por la formación misma de los profesores y por sus experiencias con la gente en el terreno los hechos. 

Por lo tanto y al calor de las ocurrencias políticas, creemos que el ofrecimiento del dirigente magisterial a la dirigencia nacional de Morena no pasará de una mera ocurrencia, aunque diga que también afiliarán a familiares y amigos de los maestros, una declaración audaz y poco viable a como están las cosas en el estado de ánimo de los trabajadores del sector público en México.

Andrés Manuel López Beltrán, el secretario de organización de Morena, ha dicho que en esta etapa van por 10 millones de afiliaciones. Que están actualizando los derechos de los militantes y que solo cumplen con una disposición legal y política que llevará al fortalecimiento del partido en el mediano plazo.

¿Cuál es la verdad en esas prisas por afiliar a rajatabla a cuanta persona se les ponga enfrente, incluyendo a los impresentables tránsfugas de otros partidos que han aprovechado la coyuntura política para manifestarse a favor de su pertenencia a Morena porque —a decir de algunos— ahora sí han encontrado la felicidad y la plenitud (sic) al hacer política?

La verdad en esas prisas es que tienen un verdadero pavor a que la elección —enredada, desaseada y complicada— del próximo junio de los integrantes del Poder Judicial no emocione a nadie, como sucede hasta ahora. Temen que no participe ni el 10% de la lista nacional de electores, que a la fecha ya anda por los 99 millones de votantes, y tratan de presionar a los militantes de Morena para que dicha elección se apoye en la estructura partidaria y quedar bien con los autores y promotores de la cuestionada reforma judicial. Por eso las prisas y por eso la exhibición pública de las “nuevas adquisiciones”, tanto en las cámaras legislativas como en los sindicatos.

Tienen un temor fundado en las experiencias anteriores, tanto la del “juicio a los expresidentes” como la de “revocación de mandato”, que no emocionaron a nadie y los porcentajes de participación ciudadana anduvieron cercanos al 7.1%, en el primer caso, y al 17.7%, en el segundo, y donde Morena aprovechó para inducir entre sus clientelas la idea de que se quedara en el poder el presidente Andrés Manuel López Obrador. Así de fácil.

¿Por qué la gente no espera una votación copiosa el próximo junio?

Porque es un proceso que a casi nadie le interesa; porque tampoco emociona a los electores al sentirse muy distantes de una reforma que nunca se les consultó; y porque a todas luces la reforma aparece como una estrategia para liberar al aparato de gobierno de los contrapesos que en años pasados funcionaron para combatir las ocurrencias y los excesos de un Ejecutivo que, incluso, llegó al extremo de —con la propuesta de reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial— pretender alargar por dos años la Presidencia de la Corte para uno de sus allegados (Arturo Zaldívar), con el fin de controlar el poder hasta el final del sexenio

Al tratarse de una venganza política del expresidente contra el Poder Judicial, la reforma no fue consensada ni consultada con la población. Se trató de un manejo cupular entre los legisladores de la alianza Morena-Verde-PT, con una contribución desaseada y tramposa de dos legisladores del PRD, uno del PAN y uno de Movimiento Ciudadano, para lograr la llamada mayoría calificada en el Senado. Así se logró, así se pactó.

Eso provocó en definitiva que dicha reforma no gozara del apoyo de la gente ni de los principales actores implicados en la política nacional, como son los partidos de oposición y el sector empresarial.

Ahora el partido Morena anda afiliando aceleradamente porque solo tiene tres meses para impulsar la participación de su base electoral, sobre todo para no quedar mal con los principales impulsores de la reforma judicial y sus operadores, tanto en el Ejecutivo y el Congreso de la Unión como en los gobiernos estatales.

La afiliación de los ciudadanos a los partidos políticos es libre e individual; es un derecho constitucional. No debe de existir coacción ni presión alguna. Cada uno es libre de participar en el partido de su elección o votar en las elecciones por la fórmula que más le satisfaga. Es una conquista que con los años ha costado sangre, sudor y lágrimas.

Hay que dejar claro que en junio no se estará jugando el destino de la patria, como nos quieren hacer sentir los promotores de la elección. Es una estrategia política para eliminar el obstáculo de los contrapesos y concentrar los poderes. Una verdadera regresión al pasado, a pesar de tantas reformas y de tantos avances hacia la modernidad que en otras esferas del desarrollo ha experimentado México de 1977 a la fecha.

50 años de reformas en todos los órdenes y que han contribuido a la modernización y a la estabilidad se tirarán a la basura. Todas esas reformas se lograron mediante el diálogo y los consensos con quienes pensaban diferente y con la participación de los principales partidos políticos de México. Pero hoy vivimos otros tiempos, tiempos de una verdadera regresión. Ahí está el dilema.

bulmarop@gmail.com

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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