“Tenemos que acostumbrarnos a que las hojas no son basura”, resaltó Sergio Müller, coordinador de estrategia de la asociación civil Caminantes del Desierto, destacando que estos “acolchados naturales” tienen una función adicional: generar nutrientes en el suelo, degradarse y servir de hábitat para los insectos.
“Proporcionan un servicio ambiental al suelo, los insectos hacen su morada dentro de la tierra, escarban, remueven la tierra y ayudan a generar un nuevo suelo rico en nutrientes. Al final, gracias a las hojas, el árbol será más saludable con el paso del tiempo”, explicó Müller.
Agregó que el suelo no es solo tierra, sino una capa delgada de nutrientes de unos 15 a 20 centímetros (dependiendo de la región), por lo que si el espacio queda sin hojas, se vuelve infértil.
Además, destacó que en épocas de verano, las hojas ayudan a hacer la ciudad más fresca, pues contribuyen a combatir las olas de calor si permanecen en los espacios y no son retiradas. Esta práctica es común en Tucson, Arizona, señaló.
Comentó que el Ayuntamiento de Hermosillo ya cuenta con la maquinaria necesaria para aplicar un acolchado natural en los espacios, aunque muchas personas aún no ven con buenos ojos que las hojas permanezcan en el suelo. No obstante, Sergio Müller agregó que sí se observa un avance en la conciencia de la población sobre estos temas, en comparación con hace 10 años.