¡Qué momento estamos viviendo! Percibo un país lleno de contradicciones y grandes tensiones entre grupos de poder. Un grupo acumula poder y controla los órganos de gobierno, pero a riesgo de perder la economía e irse al despeñadero. ¿Hacia qué lado se irá el país?
Por un lado, hasta hace un año se había mantenido la disciplina financiera y un equilibrio económico claramente neoliberal. El presidente ha mantenido relación con los grandes empresarios, pero la economía no despega. A pesar del nearshoring, la inversión privada está inhibida y las nuevas inversiones extranjeras no llegan o se retraen (Tesla es solo la punta del iceberg). Agotados los fondos de reserva, la economía comienza a crujir. Desde el 2 de junio, el peso se tambalea y los socios comerciales no ven con simpatía el deterioro del régimen de ley y la concentración de poder en México.
Por otro lado, está la retórica agresiva e insultante contra la oposición y el coqueteo con Cuba, Rusia y Venezuela. La hegemonía de Morena impone la unidad política pero no está claro a dónde nos lleva. En el horizonte no se aprecia que el destino sea Dinamarca ni las democracias europeas, sino tal vez una república bananera con una presidenta imperial, o un Maximato, rodeada de generales. El gobierno de AMLO no acepta la dialéctica de la oposición; busca todo el poder político, económico y social, de modo casi estalinista, destruyendo a los contrarios y persiguiendo Trotskys.
El pozo envenenado
A pesar del martilleo de las mañaneras y de la frecuente comunicación política no hay diálogo, es un monologo. El patrón de argumentación es de pozo envenenado. A cualquier argumento en contra o cualquier oposición, se responde con descalificativos personales. Ningún argumento disidente es válido porque proviene de la derecha, de los conservadores que son corruptos e hipócritas que, cuando pudieron actuar, no lo hicieron. Pero no se aportan argumentos de fondo ni a favor de la reforma judicial ni de ninguna otra de las políticas que se promueven. A cualquier observación de que esas políticas no consiguen ni se orientan al objetivo señalado, se le desacredita como expresado por un medio conservador y se indaga su vida personal y sus finanzas privadas. Todo lo que provenga de AMLO es dogma de fe, sin cambiar comas. Y si AMLO cambia de opinión, cambia el dogma, aunque afloren las contradicciones.
El pozo de la deliberación está envenenado. Los argumentos en contra son automáticamente rechazados por venir de quien vienen. Es un intercambio entre buenos y malos, entre héroes y villanos. Con esta polarización de blanco y negro, no hay deliberación pública y el gobierno pierde contrapesos y anticuerpos. Sin antídotos ni penicilina, se crean las condiciones para que cualquier virus raro, cualquier idea estrambótica que se promueva desde arriba se propague como infección y haga estragos en la salud. En esas estamos.
¿Cuál es el proyecto de país?
No sé si a usted le pase lo mismo. Estoy ansioso de escuchar argumentos que justifiquen la militarización y la concentración de poder, pero no los encuentro. ¿Qué es eso del humanismo? ¿Dónde podemos ver cómo se aplica? ¿Es como Dinamarca u otras democracias sociales europeas? No es como Estados Unidos porque esos “son de derecha”. El país que quieren construir ¿Qué papel le asigna a la clase media mexicana? ¿Se busca un país con o sin clase media? ¿Si se eliminan o reducen los pobres van a pasar a formar parte de la clase media y por lo tanto podrán ser críticos del gobierno?
¿Qué papel se busca dar al mercado y a la iniciativa privada? Grandes economistas han considerado que éstos son los que generan riqueza y prosperidad. Los países que llamamos desarrollados lo son gracias al papel que juegan el mercado y las empresas privadas. ¿Se apoya o no se apoya la inversión y los emprendimientos privados? ¿Qué tanto Estado y qué tanta sociedad civil? Son preguntas cuya respuesta parece estar en el viento.