Santa Ana, Sonora.- Gloria Artemisa Núñez, de 75 años, adoptó a las mascotas de su hija Armida cuando falleció en un accidente automovilístico en la carretera Hermosillo – Santa Ana el 2 de septiembre; viajaba junto a su perrita Venus.
Las últimas palabras de “Male” hacia su madre, fueron: “Mamá, búscame a Venus”.
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Armida Iruretagoyena, mejor conocida como Male, era originaria de Magdalena de Kino, y era una amante de los animales desde niña, muy sociable y dedicada a su trabajo.
Al mudarse a Hermosillo para estudiar a los 18 años continuó rescatando a animales en situación de calle.
Cuando comenzó a trabajar, Armida siempre encontraba tiempo para cuidar a los perros y otros animales desamparados, pues tenía un deseo de crear un impacto positivo en el mundo.
“Sus perritos se quedaron también muy tristes. Yo tengo dos de ellos aquí. Ella recogía perros, y me decía: “Ay, se me murió el Bartolo”, y le decía yo: “pues uno menos jaja”, porque se la llevaba gastando en los perros, curándolos y los llevaban al hospital de perros a todos, los operaba.
Parecía que le tocaban la puerta. Los recogía enfermos y maltratados de la calle. Yo tengo dos aquí en mi casa que quedaron solos en su casa en Hermosillo y pues me los traje para acá a mi casa”, compartió la mamá de Male.
Armida, de 35 años, también destacó en su vida profesional y siempre fue una empleada comprometida; trabajó en varios lugares, incluyendo el Casino Oroz y Heineken.
Abrió la tienda Grand Refill donde se dedicó a la conciencia ambiental al promover productos ecoamigables y ayudó a rescatar perros maltratados.
Cuando sucedió el accidente, Armida viajaba con Venus, la cual se extravió.
Sin embargo, falleció y a los dos días encontraron a su mascota a un lado de la carretera con varias lesiones.
“Antes del accidente, Venus venía muy inquieta y le bajaron un poco la ventana para que se calmara, ya después les pasó el accidente y Venus se salió del carro.
Cuando llegué al accidente todavía me dijo: “Mamá, búscame a la Venus”. Yo le dije que sí y esa fue la última vez que la vi con vida.
Ahorita Venus no vive conmigo porque había quedado medio delicada. Ya cuando esté bien a lo mejor me las traen para acá.
Yo me traje a los otros dos porque no se podían quedar solos, y aquí están muy bien, ya me acostumbré a ellos”, relató Gloria.
Después de la muerte, Gloria decidió cuidar a Chilaquil y Fiona, que eran las mascotas de Armida, como si fueran sus propios hijos, porque es como conservar una parte de ella.
Destacó la importancia de cuidar de los seres queridos, tanto humanos como animales, y cómo el amor y la resiliencia pueden ayudar a superar las situaciones más difíciles de la vida.
Esta historia es un homenaje a la vida y legado de Armida, una mujer apasionada y compasiva que dejó una huella en la vida de los perros a los que ayudó por más de 10 años.
“Estos perros no crean que son perros, son perros maltratados, sin embargo son muy cariñosos ellos con nosotros y ya nos quieren también.
Yo lo único que digo es que hay que pedirle a Dios y estar conforme con lo que Dios nos manda porque siempre fui muy feliz con Male y yo le agradezco a Dios el tiempo que estuvo aquí conmigo.
Además le agradezco que a mi nieta, que iba con Male, no le haya pasado nada porque hubiera estado como para que ella también le hubiera pasado algo.
Así que hay que agarrarse de la mano de Dios y además, ella me da mucha fuerza porque fue una mujer muy alegre… siempre nos dio felicidad”, enfatizó Gloria tras la pérdida de su hija.