En una entrevista, Sam Neill aseguró que está preparado para morir, pero no para retirarse de la actuación.
Hace siete meses, el actor reveló en su libro de memorias, Did I Ever Tell You This? que padece cáncer de sangre en fase avanzada.
En él explicaba que un año antes le detectaron un linfoma angioinmunoblástico de células T, un cáncer poco común que afectaba a la sangre y estaba bastante avanzado.
“El asunto es que estoy acabado. Posiblemente muriendo”, escribió entonces.
El actor ofreció una entrevista al medio Australian Story desde su rancho de Nueva Zelanda explicando que intenta olvidar siempre que puede su enfermedad.
“Sé que lo tengo, pero no estoy interesado en él. Está fuera de mi control. Si no puedes controlarlo, no te metas”, afirma.
Dijo que su enfermedad está en manos de los doctores e intenta pensar en ello lo menos posible, aunque reconoce que, obviamente, siempre está en sus pensamientos.
“Me siento agradecido de despertar” cada mañana, afirma.
Durante la charla, el actor explicó que cuando fue diagnosticado con cáncer los médicos probaron tratarlo con quimioterapia durante tres meses, pero dejó de funcionar y el tumor sólo crecía y decidieron cambiar a un tratamiento experimental.
Ahí parece que acertaron, y durante este último año ha estado en remisión, pero no es definitivo.
Los médicos le han explicado que, en alguna de las fases, todavía por determinar, la medicación dejará de funcionar. Sus hematólogos buscan una tercera vía para la curación.
“Es difícil de gestionar, día sí, día no, esperando a ver qué pasa. Estoy preparado para eso”, afirmó.
Mencionó que está feliz entre sus animales, sus viñedos de pinot noir y sus hijos y nietos en su granja en el valle de Gibbston, en Otago.
Está divorciado de la actriz Lisa Harrow, con quien estuvo casado entre 1978 y 1989 y tienen un hijo, Tim; y también de Noriko Watanabe, a quien conoció rodando Calma total en 1989 y con quien comparte una hija, Elena; se separaron en 2015.
Ahora no tiene pareja y reconoce que, en ocasiones, le cuesta lidiar con la soledad.
“Tuve algunos momentos muy solitarios el año pasado. Ahora mismo vivo en un mundo muy incierto. Muy incierto. Nada está asegurado”.
Información de El País