Hermosillo, Sonora.- “Me están secuestrando. Tengo 50 por ciento de probabilidades de que me maten o que sobreviva”, pensó Bosco cuando hombres lo golpearon con un arma y amagaron.
En 1990, Bosco Gutiérrez Cortina estuvo secuestrado durante nueve meses y sobrevivió todo ese tiempo en una habitación de 1 x 3 metros cuadrados: “El único sonido que no sale de ese cuarto, que es tu oído, lo bloqueaban con música”, recuerda.
En una conferencia compartió su historia en Hermosillo, invitado por la Fundación Padre Pedro Villegas y el Instituto Kino a beneficio del Hogar Estudiantil Kino, donde se recibe a mujeres universitarias de comunidades rurales.
Durante el tercer día de secuestro, recuerda Bosco, le entregaron un interrogatorio para responder por escrito. ¿Las preguntas? Sobre su esposa, sus hijos, en ese entonces menores de edad, sus mascotas. Aspectos personales de su vida.
“Me agredieron de tal manera que dije: no voy a contestar. Cómo voy a poner a mi familia en riesgo”.
Días después, cuando logró responder el interrogatorio, se tiró al suelo. Se sintió culpable. “Quedé 16 días tirado en el suelo, prácticamente sin moverme, dejándome morir. Yo estaba abandonado”.
En algún momento, recuerda Bosco, decidió aceptar lo que no podía cambiar y comenzó a adaptarse a la situación: limpiaba el pequeño cuarto que habitaba o a decidir qué hacer con su tiempo.
Los 256 días que Bosco Gutiérrez vivió secuestrado, fueron también una oportunidad para refrendar su fe, para decidir de qué lado quería estar y elegir creer en Dios: “Fue un milagro”, comenta.
Pasó de no escuchar la voz de sus secuestradores por un largo tiempo, a compartir una víspera de Navidad sentados juntos, rezando el Santo Rosario.
El 30 de abril recibe la noticia: Los secuestradores llegaron a un acuerdo con la familia de Bosco Gutiérrez. Sin embargo, la situación se complica y la negociación no se cierra.
Durante meses fabricó un pequeño artefacto, en su idea de tener un plan de escape, pero no había pensado en utilizarlo hasta que, un día, finamente lo intentó y lo logró.
Fue así que Bosco Gutiérrez Cortina escapó de sus secuestradores, corrió hacia la calle y pidió un taxi que lo llevara a su casa, donde finalmente logró reencontrarse con su familia.