Por Víctor S. Peña
No hubo acuerdo. Aquella plática tranquila de café, una tarde entre amigos, se volcó en una fuerte discusión sobre las prioridades, las rutas y el tono en que la ciudadanía gestiona sus asuntos frente al gobierno. Las tazas se vaciaron y ninguno de los tres ahí congregados permitió al mesero llenarlas nuevamente.
“Se me va a espantar el sueño”, dijo uno de ellos. “Será por la discusión, no por el café”, respondió el otro. El tercero consultó el reloj, ya quería irse.
El asunto inició con la sorpresa que llegó junto con el recibo de luz. El cobro en los tres casos excedía lo esperado, lo presupuestado. Fue, al principio, un comentario como cualquier otro. De esos que dan pie a una broma y, pronto, ceden su lugar a otro tema.
Pero el asunto se clavó en el centro de la mesa.
Los primeros piquetes en el ánimo se dieron cuando uno de los comensales afirmó que el servicio de electricidad era el más importante, incluso por encima del agua potable. “Porque el agua, finalmente, puede acarrearse de otros lados. Puede guardarse en tambos o toneles. Y eso no sucede con la electricidad”, afirmó el de mayor edad quien, además, remató: “el agua es vida, sin duda; pero sin electricidad, las bombas para el agua en esta ciudad no funcionan. Dime tú qué será más importante”.
El más joven sostuvo la tesis contraria, a favor del agua. El tercero no quiso tomar partido, pero finalmente aceptó que, en casos extremos, puede acercarse un garrafón con agua para lo más urgente, pero dormir sin un abanico, al menos, es casi imposible y ya no se diga lo que le pasa a la comida en el refrigerador.
Pronto se llegó a lo de las manifestaciones de un grupo ciudadano, a las afueras de la Comisión Federal de Electricidad, el año pasado. Entre esos tres tampoco hubo acuerdo. El joven abogó por otros medios para gestionar y descalificó las marchas al decir que son “la última medida que debe tomarse, porque se queman los puentes de comunicación entre las partes”. El de más años lo entendió al otro lado: “Si se toman estas medidas es, precisamente, porque esos puentes de los que hablas ya están quemados”.
Algo, más o menos así, sucedió. Si en una mesa de tres las opiniones pueden diferir, ya podemos tener una idea de lo que sucede en colectivos con número mayores, tanto en personas como en problemas por enfrentar. Todo un reto.
Sobre esto, se conoce de una reunión entre el titular del Ejecutivo estatal con el gerente regional de la CFE para analizar la información que se tiene y explica los costos que aparecieron en fechas recientes en los recibos. También está lo de una Comisión de legisladoras y legisladores que se formó para atender al contingente que tocó a sus puertas y un trabajo que se estaría derivando de ello, teniendo a la cabeza a quien preside la ya existente Comisión de Energía (donde también se ven los temas de medio ambiente y cambio climático).
También se suma al tema la reciente impugnación que habrá interpuesto la CFE a la resolución que parecía poner punto final al proceso judicial seguido contra el liderazgo de la Unión de Usuarios por las manifestaciones del año pasado. El colectivo lo ha leído como un intento de intimidación y volvieron a las calles para manifestar su inconformidad.
En aquel café de tres no hubo acuerdos. En las calles, el tema está vivo.
El autor es Doctor en Políticas Públicas por el Tecnológico de Monterrey; profesor investigador en El Colegio de Sonora e integrante de la RED HCV.