Magdalena de Kino, Sonora.- En el corazón del Pueblo Mágico de Magdalena, existe una panadería con casi un siglo de historia, tradición y mucho sabor.
Desde las 6 de la mañana, el olor a pan horneado impregna las calles aledañas a la plaza monumental Eusebio Francisco Kino.
Al cruzar la puerta del lugar, el olor de pan horneado a la leña y la calidez con que reciben a los clientes, te lleva a un viaje en el tiempo a la década de los 60, antes de la industrialización de las panaderías, pues los propietarios se han encargado de mantener el mismo sabor y elaboración desde su fundación.
A principios del siglo XX, después de viajar por distintas partes de México y Estados Unidos, Emigdio Torres Loza, originario de Guadalajara, Jalisco, se estableció en Magdalena de Kino porque se enamoró de Consuelo Win Estrella, una mujer asiática que llegó a Sonora y quedó desamparada porque su papá fue expulsado del estado por ser chino.
Emigdio y Consuelo se casaron y en 1932, él decidió abrir una panadería que llamó “La Nueva Esperanza” para continuar con el legado de su padre Ramón Torres, quien tenía una panadería en Guadalajara y enseñó el arte de elaborar pan a sus hijos.
“Mi papá tenía su carisma para laborar aquí y atender a la gente. Mi papá es de Guadalajara, Jalisco, trabajó un tiempo en Estados Unidos y en ese tiempo que vino para acá, se enamoró de mi mamá y aquí estamos. La segunda casa que tuvo fue aquí en Magdalena. Mi tata en Guadalajara tenía una panadería allá también, siempre buscamos la manera de salir adelante”, dijo Ramón Antonio, uno de los actuales propietarios del lugar.
El negocio lo fundó sobre la calle Paseo Guadalajara, a una cuadra del Río Magdalena, donde fabricaron un horno de leña y adobe que sirvió por más de 30 años a los magdalenenses.
En 1967 creció la corriente del río y se llevó varias edificaciones, entre ellas la panadería de don Emigdio. Un año antes, los restos del Padre Kino fueron encontrados en la plaza del pueblo, y tras construir el mausoleo en su honor, el ayuntamiento de Magdalena regaló un local a la familia Torres frente al monumento para que continuaran con el negocio que ya formaba parte de la cultura local.
El matrimonio tuvo 13 hijos, y cuando falleció don Emigdio en enero de 1999, sus hijos y nietos se hicieron cargo por completo de la panadería ‘La Nueva Esperanza’ que, en ese entonces, tenía 67 años de haber sido fundada y, a la fecha conserva el mismo nombre, pero es localmente conocida por ‘la panadería de Emigdio o Emilio’.
Ramón Antonio, el hijo varón mayor de Emigdio y Consuelo, mencionó que el horno que actualmente utilizan para hacer el pan tiene más de 50 años, es decir, existe desde que se reubicó la panadería y de ahí salen mínimo mil piezas diarias.
“Esta fue una de las primeras, ya existía una en Magdalena. En 1932 inició la panadería y en el 67 se la llevó el río. Empezó de cero mi papá pero después de dos años que se hizo la plaza del Padre Kino, reubicaron a mi papá aquí. Tenemos el mismo sabor de siempre, nos quedamos 100 años atrás, nos preguntan que si por qué no ponemos aparatos, pero este es un pan artesanal”.
En el lugar elaboran cochitos, donas, conchas, cuernitos, bollitos, polvorones, y otros tipos de panes dulces y para preparar tortas, hamburguesas y dogos, pero son dos productos ‘estrella’ que caracterizan a la panadería y fueron creados por don Emigdio hace varias décadas.
Los ‘picotones’, fue uno de los primeros inventos de Emigdio, elaborado con leche y sin huevo. El nombre se debe a que los clientes se quedaban picados -con ganas- del nuevo producto, y por ello decidieron llamarle picotón.
Las coyotas también son elaboradas en la panadería pero con una receta diferente, pues contrario a otros lugares, estas son infladas, azucaradas y un toque familiar, también reinventadas por Emigdio.
“Todas las horas sale pan desde las 8 de la mañana. Empezamos a hornear a las 8 pero entramos a las 5 para amasar. En la pandemia nos fue muy duro, tuvimos una situación difícil pero buscamos la manera de salir adelante porque es el sostén de la familia y hay que trabajar”, detalló Ramón.
José Emilio, Carlos Fabián, Jesús Rodrigo, Norma Carmen, Dora, María Luisa, Ana María, son los nombres de algunos hermanos de Ramón Antonio Torres que se dedican junto con él al negocio familiar, acompañados de sus hijos y nietos, siendo ya cuatro generaciones involucradas.
Ahora, este lugar tan emblemático para Magdalena se convirtió en la panadería más antigua del municipio a pesar de que ya existían otras cuando la fundaron, y es reconocida por quienes visitan la ciudad.