Por Glenda Gutiérrez Silva
Decidir entre ordenar comida desde el teléfono o preparar algo en casa, puede ser una acción común, para ti, tan común que a veces las opciones parecieran sobrar y elegir qué comer es la parte difícil de esta situación, sin embargo, para el 26.1 % de la población esta acción no está ni cerca de su realidad, debido a que el acceso al alimento es una posibilidad y no una realidad.
En México, 4.8 millones de personas viven en inseguridad alimentaria severa, lo que significa que no saben si comerán hoy o mañana, esto de acuerdo con el último estudio elaborado por la FAO (siglas en inglés de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Es importante resaltar que la inseguridad alimentaria también incluye a aquellas personas que sufren la incertidumbre de poder alimentarse o tener que comprometer la calidad o cantidad de su comida, es por ello por lo que la cifra en nuestro país aumenta al 26.1 % de la población, es decir 1 de cada 4 personas padece esta situación.
Las cifras a pesar de ser alarmantes no muestran el rostro, ni el sufrimiento, las causas y las consecuencias de esta realidad. Es así como tenemos casos como el de Luis el albañil, que trabaja de sol a sol y, aun así, el dinero solo le alcance para comprar tortillas y frijoles, o Ana quien vive con su mamá y su abuela en un ejido remoto de la sierra de Sonora y solo tiene acceso al alimento que su familia siembra, o el caso de Martha que cada fin de mes se encuentre en la encrucijada de pagar la renta o hacer el super de la semana. Pero estos ejemplos, no están ni cerca de ilustrar la realidad de más de 1.1 millones de personas en Sonora viven de forma similar sus días, teniendo como común denominador la falta de acceso al alimento (CONEVAL, 2018), sin embargo, los motivos que desembocan en esta situación pueden ser diferentes.
La inseguridad alimentaria es propiciada por diversos factores, entre ellos se encuentra la escasa calidad y diversidad en la disponibilidad física de los alimentos, es decir, las personas pueden contar con algunos alimentos, pero esto no aportan la variedad de nutrientes necesarios para un adecuado desarrollo, esto puede ser debido a que los ingresos económicos se encuentran por debajo de la línea del bienestar, pero también a causa de la infraestructura insuficiente para la distribución de los alimentos, es decir, que los supermercados, abarrotes y tiendas de comercialización no se encuentran al alcance de todas y todos, o bien que no ofrecen variedad, calidad y precios accesibles en sus productos, de tal forma que se restringe las posibilidades de las personas a acceder a alimentos nutritivos y en suficiencia.
Aunado a esto, la incorrecta utilización de alimentos ya sea desde la falta de higiene personal, el desconocimiento de técnicas de preparación y cocinado adecuadas, generan también inseguridad alimentaria, debido a que los alimentos no son aprovechados de forma eficiente, disminuyendo la disponibilidad de los nutrientes y en algunos casos provocando enfermedades infecciosas.
Asimismo, es necesario mencionar que la alta variabilidad de la producción de alimentos per-cápita, así como el incremento en la volatibilidad de los precios, genera inestabilidad en el acceso a los alimentos, y como es de esperarse son las poblaciones más vulnerables las más afectadas. Con todo lo anterior, es evidente que no solo la falta de poder adquisitivo ocasiona inseguridad alimentaria en la población, sino también la arquitectura alimentaria en la que nos desarrollamos y la falta de conocimientos de cocina saludable.
Es importante entender las causalidades de esta problemática, ya que nos permite ver un panorama claro y real, y al mismo tiempo, es posible observar con facilidad a los actores claves que pudieran y debieran involucrarse de forma conjunta: gobierno, academia, iniciativa privada y la sociedad civil. Estos, como siempre, tienen la capacidad de interaccionar y poder trabajar de forma integral para el beneficio de quienes más lo necesitan, pero se requiere del dialogo, de esfuerzos estratégicos para articular medidas y acciones transformadoras.
Se requiere que la investigación se realice en campo, con nuestras comunidades y nuestra gente, que se genere información actualizada y que esta sea analizada desde las diversas aristas que la misma problemática lo amerita. Asimismo, es imprescindible el esfuerzo de la iniciativa privada y gobierno para modificar la estructura alimentaria, ampliar horizontes, modificar la oferta de productos por unos más sanos y variados, ampliar los caminos de distribución de alimentos hasta las comunidades más remotas. Al mismo tiempo, merecemos una educación que integre temas de nutrición desde la infancia, que permita la mejora de patrones de consumo y que estos con el acompañamiento debido perduren en el tiempo.
Lo conveniente de esta situación, es que todas y todos pertenecemos a alguno de estos ejes y, por tanto, nos da la responbilidad y la oportunidad de accionar ante la inseguridad alimentaria, que si bien no se mencionaron en este momento las múltiples consecuencias que provoca, son problemáticas que afectan en todas las áreas: salud, educación, delincuencia y más; el atacar las causas de la inseguridad alimentaria de raíz, encausa a nuestra comunidad hacia el progreso.
Glenda Gutiérrez Silva es Maestra en Ciencias en Alimentos y Coordinadora de proyectos e Inversión social del Banco de Alimentos de Hermosillo e integrante de la Mesa de Desarrollo Humano de HCV.
