La Universidad es -desde Platón, en los jardines de Acandomo- privilegiadamente espiritual.
Para bien o para mal, los cimientos y estructura espiritual de nuestra Alma Mater seguirá su marcha al amparo de una nueva Ley Orgánica; es natural el conflicto entre sus impulsores y sus escépticos. La Historia lo juzgará. Pero ¿conocen -y recorre por sus venas la sangre búho-, todos estos protagonistas (o protagónicos) del cambio, sus orígenes, afanes y avatares de sus padres fundadores y los de sus sucesivas generaciones de ocho décadas? A este propósito se encamina mi contribución de hoy.
I. Apreciada todavía como “la niña de los ojos del pueblo sonorense”, festejará pronto su 81° aniversario, la Universidad de Sonora camina y acompaña, a la nación, en la otra transición y en ¿la cuarta transformación? ¿Cuántos –órganos de autoridad, docentes, alumnos y trabajadores- conocen los avatares de su historia, sus tradiciones y dorado legado? Van unas grandes pinceladas históricas:
II. En este árido Noroeste novohispano, se llegó tarde al humanismo. En el contacto con Europa, en el apogeo cultural del Renacimiento, siglos XVI y XVII, nuestros lejanos antecesores y naturales cazaban y recolectaban en los ríos.
Apenas a un siglo de consumada la independencia, se estableció el efímero Instituto Sonorense, concebido por el joven y culto gobernador Lic. Rodrigo Ortiz Retes. Hasta principios del siglo XX, en nuestra aridoamérica, se introdujeron las primeras imprenta, biblioteca pública, escuela de primeras letras y, mucho después, la Escuela Secundaria. ¡Estamos hablando de cuatro siglos después de todo lo educativo y cultural que rodeó, en Mesoamérica, a la fundación de la entonces Universidad Pontificia (hoy nacional autónoma de México) en el centro del país!
III. En 1928, a principios del siglo pasado, se fundó la Escuela Normal y se constituyó, en el DF, la Asociación de Estudiantes Sonorenses.
En 1938, diez años después, el gobernador Román Yocupicio envió a su secretario general, Lic. Gilberto Suárez Arvizu a aquella capital, a gestionar una Escuela Preparatoria. En el Colegio Jesuita de San Ildefonso se encontró con el Lic. Herminio Ahumada -yerno del filósofo oaxaqueño José Vasconcelos-, quien les pidió que, en vez de Preparatoria, solicitaran una Universidad al Gobernador. A éste le entusiasmó la idea y lo invitó al Estado. El 10 de agosto de este año, en Hermosillo, se constituyó el Comité Pro-Fundación de la misma. En noviembre el Congreso emitió la Ley 92 de Enseñanza Universitaria.
En 1939 el Comité expidió las bases del Comité Administrativo y fue facultado para nombrar Rector y atribuyó inamovilidad para sus miembros “honorables y honoríficos”. Los planes de estudios fueron sujetos a la UNAM. En noviembre el Congreso aprobó la Ley 18, decretó un impuesto de 5% adicional para la Universidad.
La construcción de edificios se fijó al norte de la incipiente ciudad. Sin la anuencia de propietarios para vender sus terrenos, estos fueron expropiados, aquellos recurrieron al juicio de amparo y llegó a la Suprema Corte, la cual confirmó el Decreto.
En abril de 1939 se designó organizador al ya prestigioso filósofo y político oaxaqueño, ex candidato presidencial de las juventudes diez años antes, Lic. José Vasconcelos, quien realizó dos giras de propaganda en el Estado, la concibió como una Línea maginot contra la penetración cultural de Norteamérica y nos legó su lema: “El saber de mis hijos, hará mi grandeza”.
Se expidió la Ley 168, sometiendo el Comité a la Junta de Beneficencia Privada, designada por el Ejecutivo del Estado. Hubo discusión pública al respecto, SE INVOCÓ LA AUTONOMÍA cuando no existía y apenas se edificarían los edificios. El gobernador Anselmo Macías Valenzuela lo resolvió políticamente, pero varió el ritmo de los trabajos. Renunciaron José Vasconcelos y el consejero Gilberto Suárez Arvizu.
En 1941, el 12 de octubre, se colocó la primera piedra de las Escuelas Secundaria y Normal. El poeta Leopoldo Ramos -1898/1957-, nacido en el mineral El Triunfo, B.C.S., residente en Guaymas, leyó su poema
ALMA PARENS
Una idea venida/
sobre el ancho azul del pensamiento,/
tiene puerto en el alma de Sonora/…
IV. En 1942, los arquitectos Leopoldo Palafox Muñoz y Felipe N. Ortega edificaron las Escuelas Preparatoria y la de Altos Estudios, en estilo colonial. Se inauguró el primer edificio el 15 de octubre y abrieron sus aulas, designándose director de las Escuelas al Prof. Aureliano Esquivel Casas, quien fungió de junio de 1942 a agosto de 1944. Se inscribieron 326 alumnos y se adoptó el calendario de septiembre a junio del año siguiente y vacaciones el verano.
En 1944 siguieron las Escuelas de Enfermería y la Superior de Comercio.
En 1945, la Unión Ganadera donó $100,000.00 para fundar la Escuela de Agricultura, con aportaciones del presidente Miguel Alemán Valdés y del gobernador Ignacio Soto, de un millón de pesos. Se construyó en 1951 y se inauguró, por el primero, en 1952. El Gobierno donó 200 has. de riego para prácticas y explotación.
En 1946 la de Farmacia.
En 1948 la de Ingeniería Civil, Topografía e Hidrografía, que cerró a los dos años. La novedad fue la Escuela Libre de Dibujo y Pintura. Desde este año se notaba la insuficiencia de los subsidios e ingresos del 5% adicional. Sustituyó a Aureliano Esquivel Casas el rector Ing. Francisco Antonio Astiazarán, de octubre de 1944 a mayo de 1946, reemplazandolo el libre pensador y Profesor, oriundo de Oaxaca, Manuel Quiroz Martínez, de septiembre de 1946 a septiembre de 1953. A su iniciativa se fundó la Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana, el 19 de enero de 1956.
El rector Quiroz solicitó, a la Secretaría de la Defensa Nacional, un músico de alto nivel para dirigir la incipiente Banda de Música y la fortuna nos trajo a su coetáneo Mayor retirado Isauro Sánchez Pérez, ex director de la Banda de Zapadores, la mejor del país. Universitario sonorense representativo, su contribución artística -pero imperdonable olvido de las recientes administraciones centrales- merece un capítulo aparte.
En 1953, en su informe de junio, el rector Quiroz Martínez lamentó la crisis de las Escuelas Normal, Farmacia, Ingeniería y Enfermería, pero alabó la aceptación de las Secundaria, Preparatoria y Comercio. Sus hijas Olga, Filósofa y Lilia, Pianista, ambas de alto nivel de estudios en la UNAM (desgraciadamente desaprovechadas en este desierto cultural desde entonces), pudieron dejar imperecedera huella a los escasos conocedores. En este año el gobernador Ignacio Soto promulgó la Ley 39. Se propuso subir al 10% y el Club Rotario extendió la proposición a todos los ámbitos sociales y económicos, que fue aprobada y entró en vigor en 1954.
V. En 1953, el nuevo rector, también originario de Oaxaca y agrónomo culto, egresado de Chapingo, Ing. Norberto Aguirre Palancares, fue nombrado por el Consejo Universitario el 21 de septiembre y organizó la Escuela de Agricultura.
Fue factor determinante para fundar la Escuela de Derecho, el 3 de noviembre. Además de música y pintura, en las academias libres se agregaron escultura, danza y teatro. A petición del gobernador Ignacio Soto, el Congreso del Estado cedió a la Universidad el edificio de Biblioteca y Museo.
En 1954, se abrió el Departamento de Extensión.
Los primeros pasos, los más importantes, se habían andado. ¿Después?
VI. En la posguerra y milagro mexicano, a fines de la etapa del honesto presidente Adolfo Ruiz Cortines, regía el Ing. Norberto Aguirre Palancares, invitó a Emiliana de Zubeldía, a Alberto Estrella y a Martha Bracho. Según conversación conmigo, no congenió con el gobernador Álvaro Obregón Tapia, al ser partidarios ambos de diferentes candidatos presidenciales y volvió al DF. (Llegó a ser jefe del Departamento Agrario y Colonización con el hoy defenestrado (fatídico 2 de octubre) presidente Lic. Gustavo Díaz Ordaz y ejecutó el reparto de más tierras que el presidente Lázaro Cárdenas, aunque de menor calidad. Su libro Cuestiones Agrarias, 1977.
VII. La Escuela de Derecho, con el director fundador Lic. Enrique E. Michel, vivió su primera crisis, al irse a México 17 de los 19 alumnos fundadores, explicable y justificable por carecer de maestros para las asignaturas del tercero a quinto año y de una buena biblioteca (la mejor Universidad).
VIII. En lo personal, la sangre de las venas de la Universidad corren por las mías -y lo disfruto- desde septiembre de 1956 que inicié mis estudios de Secundaria y por la beca de mi privilegiada participación en eventos relevantes, en la Banda de Música y discípulo agradecido del Mayor Isauro E. Sánchez Pérez.
IX. Se produce la Guerra fría, el milagro mexicano seguía, presidía el Lic. Adolfo López Mateos y entró al relevo el culto rector Lic. Luis Encinas Johnson, profesor normalista y abogado, ex magistrado del DF y diputado local, y a pesar de estar desahuciado por médicos a causa de una enfermedad casi incurable (su libro “Progreso y Problemas de México”), se sobrepuso. Consolidó la Universidad, creó Radio Universidad, apoyó el deporte. Ante el inminente cierre de la Escuela de Derecho, fue hasta la Facultad de Derecho de la UNAM, su alma mater, entrevistó personalmente y contrató a los jóvenes posgraduados Lic. David Magaña Robledo, Lic. Cipriano Gómez Lara y Lic. Carlos Arellano García (los dos últimos, a la postre, prolíficos y eruditos autores de rango hispanoamericano) y rescató de un naufragio a nuestro tradicional plantel, que festejaremos en noviembre su 70° aniversario.
Bella época de trabajo académico, orden y 20 años sin huelgas y actividades constructivas. Oteó hacia cuadras al sur de la ciudad y –según me lo recreó en amena conversación privada-, con “el paro” del ex presidente Gral. Abelardo L. Rodríguez ante el presidente López Mateos, éste lo recibió en audiencia, obtuvo la candidatura primero y la gubernatura. Su relato:
“Señor presidente: Mis adversarios objetan que, por secuelas de mi mal, soy incapaz de gobernar mi Estado. Pero si estas manos -agitándose deformes, con su tic, lentes obscuros y vehemencia- fueron capaces de regir la Universidad, ¡también lo son de regir a Sonora…!”
López Mateos nada dijo, pero operó para que el PRI lo postulara en borrascosa Convención del Cine Sonora. Aquel verano de 1961, primer conflicto político en que se involucró la Unison. Oscar Monroy Rivera (+), tormentoso poeta (¿pleonasmo?) nogalense dio su visión: “Sonora, en torno al valor de mi pueblo”. (Respetó la autonomía universitaria. Buenos 5 años de su gobierno, el último -electoral- incendió la entidad y la Casa de estudios. Los testigos y hemerotecas esperan investigadores para revelar la verdad. Publicó la suya: “La alternativa de México”/1969). Mi modesta contribución se contiene en mi libro antológico inédito, sólo electrónico “El movimiento estudiantil de 1967 en Sonora. ¿Cuáles fueron sus ideales?”/2015.
(Continuará)