Por Javier Lugo Sau
La privación de la vida es un delito que, evidentemente, causa un daño irreparable. Pero que también destruye familias toda vez que las víctimas eran padres, madres, hijos, hijas, hermanos o hermanas y formaban parte de una familia.
En el contexto de violencia que padece nuestro país, hay otro problema de inseguridad que afecta de manera similar a las familias: la desaparición de personas. En el caso de los homicidios, éste se investiga y, posiblemente se castigue, a partir de la existencia del cuerpo de la víctima. Es decir, se tiene la certeza de que la persona murió porque existe un cuerpo.
Pero ¿qué sucede cuando no se cuenta con la principal evidencia de un homicidio: el cuerpo? Simplemente no se tiene la certeza de qué sucedió con la posible víctima, por lo que se considera una persona desaparecida (cuando se presume que fue víctima de algún delito) o no localizada (cuando se presume que su ausencia no se relaciona con delito alguno).
La situación de personas desaparecidas es generalizada en el país, y en el caso de Sonora podemos advertir que frecuentemente en las redes sociales aparecen publicaciones de personas desaparecidas. Un reporte publicado por el Comité Ciudadano de Seguridad Pública contabilizó 14 cuentas en Facebook destinadas a la búsqueda de personas desaparecidas. Éstas cuentas tenían en 2020 poco más de 240,000 seguidores, pero para 2022 el número incrementó seis veces su tamaño al llegar a un millón y medio de seguidores. Cabe señalar que estas cuentas son alimentadas cotidianamente por personas que desesperadamente buscan a algún familiar desaparecido.
Según la Comisión Nacional de Búsqueda, del 1 de enero de 2015 al 4 de diciembre de 2022, en Sonora se registraron 4,576 personas desaparecidas y no localizadas, de las cuales 1,157 habían sido localizadas (1,063 con vida). Sin embargo, 3 de cada 4 continúan desaparecidos. En el caso de Hermosillo, se reportaron 1,151 personas desaparecidas y no localizadas, de las cuales 279 fueron reportadas posteriormente como localizadas (264 con vida).
Así, de las 3,419 personas desaparecidas y no localizadas en Sonora de 2015 a 2022, el 26% corresponden a Hermosillo. El 79% de las 872 personas desaparecidas y no localizadas en Hermosillo se registraron entre 2015 y 2019, mostrando reducción en los años posteriores. El año con la mayor cantidad de reportes fue 2020 con 144 personas desaparecidas mientras que 2021 fue el año con la menor cifra: 20 desaparecidos.
Con base en información de la Comisión, es posible conocer algunas características de ellas.
Por género, encontramos que, de las 872 personas desaparecidas y no localizadas en Hermosillo, 73% eran hombres y 27% mujeres. Pero esta proporción cambia con el paso de los años. Mientras que de 2015 a 2017 entre 36% y 44% eran mujeres, en 2020 y 2021 representaron menos del 10%. Es decir, durante los últimos años fueron más los hombres desaparecidos.
En cuanto a la edad, tenemos que 29% del total tenían entre 0 y 19 años. Pero por género existe una diferencia importante: mientras que el 21% de los hombres desaparecidos tenían 19 años o menos, en el caso de las mujeres esta proporción es de 49%. Es decir, que 1 de cada 2 mujeres desaparecidas y no localizadas en Hermosillo era prácticamente menor de edad. En términos absolutos, 136 hombres y 118 mujeres menores de edad permanecen como desaparecidos o no localizados.
Por otro lado, según el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, en Sonora había 1,205 personas fallecidas sin identificar a agosto de 2021. Este Movimiento sostiene que en nuestro país existe una crisis forense en materia de identificación humana. Por lo tanto, existe la probabilidad de que entre las personas sin identificar se encuentren quienes han sido clasificados como desaparecidos o no localizados.
Cabe señalar que en Sonora la Fiscalía General de Justicia ha implementado diversas acciones encaminadas a resolver este problema, como lo es el lanzamiento de la aplicación IdSonora y un micrositio que brindan información referente a la búsqueda, localización e identificación de personas desaparecidas.
Quienes han perdido a un familiar, víctima de un homicidio, viven con el dolor ante la ausencia del ser querido. No hay nada que pueda remediar el daño causado, mientras que las familias habrán de continuar con sus vidas llevando a cuestas ese pesar.
Por otro lado, las familias que tienen a un familiar desaparecido mantienen y se aferran a la esperanza de localizarlo con vida. Esta esperanza, conforme transcurren los días, puede disminuir, pero no perderse. La angustia que invade a las familias crece día a día ante la incertidumbre de no saber qué le ha sucedido a ese ser querido que no regresó a casa. Pero mientras no haya prueba de lo contrario, existirá la esperanza de volver a reencontrarse. De ahí que, principalmente, madres de desaparecidos claman por saber el paradero de sus hijos o hijas.
Por cada persona desaparecida hay una madre o un padre esperando noticias de su hijo o hija. O bien, habrá hijas e hijos preguntando por su madre o su padre que no volvió con ellos.
Así, la desaparición de personas, como los homicidios, pueden destruir familias.
Mi solidaridad para todas aquellas personas que tienen o han tenido a un familiar desaparecido.
Javier A. Lugo Sau.
Economista y Maestro en Ciencias Sociales, especializado en Teoría y Análisis de Asuntos Públicos. Analista en temas electorales, seguridad y justicia. Integrante de la Mesa de Seguridad de HCV.