Columna Contracanto
Muchachos que arrastran el lápiz: como un llamado a la reflexión. La conciencia de los días, porque la vida los llevó al lugar que ahora habitan: detrás del cerro, adentro de una celda, con la libertad del pensamiento.
En Centro Intermedio de ITAMA (Instituto de Tratamiento y de Aplicación de Medidas para Adolescentes), en Hermosillo, hay unos morros que se aventuran al vuelo de la escritura: la consecuencia de un curso que desencadenó en la publicación de una plaquette: El taller de los martes.
En esta edición reúnen sus voces, comparten sus historias: Ángel, Ricardo, Cristian, Said, Fernando, Jonatan y José. Y cuentan regiones de los días de infancia, el amor por la madre, por la novia, lo que acontece en una noche de fiesta, la desolación en las horas previas al encuentro con el sueño, los dolores por la ausencia de aquellos que no han vuelto más.
Celeste Taddei, diputada local, le apostó al proyecto de tocar vidas a través de la literatura, acordó con autoridades del ITAMA, con el maestro de escritura, y en seis sesiones de dos horas cada una, la palabra se volcó hacia el río interior de los muchachos, quienes puntuales acudieron a la emoción de las oraciones, y de grata sorpresa, se descubrieron a sí mismos con la capacidad de hilar historias desde sus mundos particulares y afines.
Al paso de los días la escritura tuvo su cauce, teniendo como argumento la lectura previa, el conocimiento de esos textos firmados por escritores que llegaron también por sorpresa a las aulas del Intermedio, en publicaciones diversas, en libros y folletos, en fotocopias. Así se fraguó la consumación de la plaquette, la que ahora mismo ronda entre los pasillos, en las celdas, de mano en mano, con la felicidad de los coautores.
Y fue el día de ayer viernes bendito, cuando los muchachos abrieron las páginas de su propia vida, y conversaron con la directora de ITAMA, Diana Platt Salazar, con la diputada Celeste Taddei, con Karla Ibeth Quijada, directora de Centro Intermedio, con el maestro Gilberto Landeros Santini.
La conversación en corto, a manera de presentación y el final feliz del curso-taller. Los muchachos recibieron sus constancias de estudio, ante la mirada generosa de Claudia Ruiz, quien es parte de la gestión de las horas de construir el sueño de la escritura en los muchachos.
Con la sonrisa encendida, con la mirada honesta y transparente, ante la lectura en colectivo, en el hincapié de la sinopsis de contraportada que tuviera a bien proponer el escritor escuinapense Lenin Guerrero.
Allí, en el interior de la biblioteca del Centro, en derredor de la maravilla que son los libros, con un trozo de pizza y un vaso con refresco, en ese lugar donde las historias de proyectos abundan, donde las reflexiones más constantes son hacia la esperanza de un mundo que se apersone distinto al anterior.
El taller de los martes es un libro pequeñamente inmenso, y es esta reunión de voces la que nos propuso la tertulia más entrañable para esa mañana de viernes.
L. Carlos Sánchez