Por Aurora M. Pat Espadas
Si nos detenemos a pensar cuántas de nuestras actividades diarias involucran el uso del agua y cuántas de ellas no podrían llevarse a cabo sin ella, podríamos hacer una lista que incluya bañarse, lavar ropa, lavar trastes, lavado de manos, uso de sanitario, etc. Una pregunta más compleja es cuestionarnos la cantidad de agua necesaria para realizar cada una de estas actividades pues quizás nunca nos hemos detenido a pensar en esto. Por ejemplo, dependiendo del tiempo de duración, al tomar una ducha se pueden gastar desde 50 hasta150 litros de agua, algo así como unas 2 o hasta 8 cubetas grandes. Lavar los platos a mano puede gastar entre 8 y hasta 15 litros por minuto (dependiendo del grifo, la presión del agua y si cierra o deja abierta la llave mientras realiza la actividad, etc). Así podríamos continuar, pero aterricemos en el punto en el cual estas actividades requieren el uso de agua limpia, es decir, agua potable y que una vez la hemos utilizado su calidad potable se pierde, por lo que es enviada por el drenaje en donde viaja por las tuberías hasta su descarga, el agua entonces se considera como “agua residual”. Por suerte, las aguas residuales se reciben en una planta donde pueden ser tratadas para depurarlas y obtener de nuevo agua con calidad suficiente para ser usada en otras actividades. Así que vale la pena considerar algunos datos para tomar en cuenta: se considera que 36% de la población mundial vive en regiones con escasez de agua, en algunas regiones de América Latina y el Caribe sólo el 60% de la población tiene sistema de alcantarillado y solo entre el 30 y el 40% del agua residual generada es tratada.
En Hermosillo, contamos con una PTAR con capacidad de 2500 L/s, en el recibo de agua que pagamos se incluye nuestra aportación para el tratamiento de las aguas residuales que generamos en casa, además de los costos relacionados con la extracción y conducción del agua potable. Ahora bien, ¿cómo es el proceso de tratamiento de aguas residuales? De manera general, el tratamiento de aguas residuales involucra algunos pasos o etapas principales. En una primera instancia se lleva a cabo una separación física de los sólidos de diferentes tamaños que se puedan encontrar en las aguas residuales, posteriormente el tratamiento primario de aguas es llevado a cabo para remover solidos sedimentables, para luego dar lugar al tratamiento secundario por “lodos activados” que es proceso biológico donde bacterias transforman (oxidan) la materia orgánica para obtener dióxido de carbono (CO2) y agua, que finalmente es desinfectada. Este tren de tratamiento es apto para tratar las aguas que provienen de las casas, es decir las llamadas aguas residuales municipales, más no para tratar los efluentes de otro tipo, por ejemplo, las aguas industriales o de procesos. Las plantas de tratamiento de agua residual municipal también son sensibles a otras perturbaciones, como la presencia en exceso de grasas y aceites, por lo que debemos evitemos tirarlos por el alcantarillado.
El agua que se produce en las plantas de tratamiento que siguen la metodología antes descrita se conoce como “agua tratada” y su calidad permite reutilizarla en distintas actividades como riego de áreas verdes, uso en baños, etc. (si el agua cumple con la calidad adecuada puede incorporarse a otros usos). Al reutilizar el agua se contrarresta el balance negativo que representaría el solamente utilizarla una vez y reincorporarla al medio ambiente una vez contaminada. Para ello es crucial que el tratamiento sea eficiente ya que la calidad obtenida define sus usos, incluyendo la conservación del recurso hídrico. También cabe destacar que mediante el tratamiento de aguas residuales se pueden obtener otros productos secundarios valiosos como energía (biogás), nutrientes (nitrógeno, fósforo) y biosólidos (fertilizantes), lo que indica la sostenibilidad del sistema de tratamiento en el ámbito ambiental y económico. Con una buena gestión las aguas residuales pasan de ser un residuo a convertirse en un recurso, este enfoque es el que actualmente se persigue dentro de lo que se denomina economía circular.
No hay que olvidar que además del agua que se emplea para usos públicos-urbanos se requiere agua para la agricultura, es decir para producir los alimentos que comemos, para el sector energético e industrial. Sumado a ello, también hay que cuidar que la extracción no exceda la recarga de agua subterránea. Todo lo anterior suma más razones para enmarcar la importancia del tratamiento de aguas residuales.
Si pensamos en lo caótico que se vuelve un solo día o incluso unas horas sin agua (cuando tenemos la fortuna de tenerla al abrir una llave), si pensamos en que hay entre 12.5 y 15 millones de mexicanos sin acceso al agua, o que hay quiénes deben caminar y cargar cubetas para obtenerla, entonces entendemos el agua como recurso imprescindible y valioso.
Especialmente en regiones, áridas y/o con escasez de agua, como en la que vivimos es clave hacer uso eficiente del agua y reunir esfuerzos por tratar el agua residual hasta una calidad tal que permitan su reúso e incluso la recarga de acuíferos, pues no habrá agua que alcance si no la tratamos, cuidamos y usamos con consciencia.
Aurora M. Pat Espadas
Estudió la licenciatura en Ingeniería Bioquímica, posee una Maestría en Ingeniería Ambiental por la UNAM y es Doctora en Ciencias Ambientales. Su línea de investigación se centra en procesos biológicos e híbridos para el tratamiento de aguas residuales industriales.
