Columna Y sin embargo
Los resultados de las elecciones estatales de este año, así como la degradación en que ha caído el dirigente nacional del PRI y sus repercusiones locales de expulsión de la ex gobernadora y la imposición de dirigentes, parecen apuntar hacia un fin de época para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y un nuevo predominio del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
No hay luto por el desplome del PRI, pero tampoco hay emoción social por el surgimiento de Morena. Si acaso hay una especie de reacomodo pragmático de los políticos que se resume en el dicho de “antes como antes y ahora como ahora” que muchos recomponen en “antes como antes y ahora igual que antes”. Dicho de otra manera, probablemente hay cambio de siglas pero no de comportamientos. Hay algunos elementos de cambio y transición, pero también hay muchas inercias y continuidades.
Hay dos condicionamientos que determinan la carrera y el comportamiento de los políticos: los ingresos y las ideas.
La política de los ingresos
Para que la política se convierta en un modo de vida, o una carrera, tiene que proporcionar ingresos, un nivel de vida atractivo. Esto se obtiene a través de cargos en la estructura de los partidos y de los puestos públicos. Pero principalmente la carrera política se ha nutrido de la corrupción que se resume en ese adagio priísta de “no me des, nomás pónme donde hay”. Tradicionalmente en México la carrera política ha sido una carrera de privilegios y oportunidades fabulosas. Durante la hegemonía del PRI ser político ha sido buen negocio; no es raro el caso de políticos que tienen un patrimonio muy superior al ingreso que les proporcionan los cargos ocupados. Si conociéramos las casas donde habitan los candidatos, tendríamos una perspectiva muy diferente a la que nos muestran en su propaganda. Este atractivo de los ingresos ha sido una característica distintiva de la carrera política en México.
Uno de los grandes éxitos de López Obrador ha sido proponer un nuevo tipo de político y de carrera política; propone un político austero que no robe ¿Qué tanto va a cambiar Morena este atractivo de la carrera política? ¿Qué tanto se aprecia este nuevo modelo de político en los dirigentes y altos funcionarios de Morena? Si nos mostraran sus casas veríamos su nivel de austeridad.
La política de las ideas
En política lo que predomina es el pragmatismo. Ésta es una forma de pensar que se acopla a lo que está en boga en el momento y que permite adherirse a algún grupo político y obtener cargos y público. Es algo así como el camaleón que adopta el color de la superficie donde está parado. No hay ideas ni principios fijos, solo lealtades y adhesiones temporales. Si acaso, las ideas de fachada sirven para engañar incautos como lo hace el Partido Verde Ecologista. El PAN tuvo cierta ideología mientras estuvo alejado del poder, pero la fue perdiendo a medida que fue adquiriendo poder.
Otro éxito de López Obrador ha sido proponer un conjunto de ideas entre las que está el lema de “primero los pobres” y la Cuarta Transformación. Ante su llegada al poder, muchos políticos de viejo cuño han acudido al la repartición de puestos públicos de los nuevos gobiernos. Es probable que a Morena le pase lo que al PAN y vaya perdiendo sus ideas a medida que adquiere poder. ¿Renunciarán los políticos y funcionarios neo-morenistas a sus ideas aspiracionistas y pro empresariales? ¿Se avendrán efectivamente a los principios morales de “no mentir, no robar, no traicionar al pueblo”? ¿Qué va a pasar con estas ideas cuando López Obrador ya no esté al frente y llegue otro u otra con nuevas ideas?
Nicolás Pineda