Columna El Faro
Las “nuevas” generaciones como los millennials y centennials, ¿han convertido sus obstáculos en una oportunidad?
¿Por qué la mayoría de los jóvenes y adultos jóvenes en nuestro país son tan perezosos? ¿Por qué esperan todo servido en bandeja de plata? Basta con escuchar algunas de sus historias y ver sus currículums de vida para darse cuenta que se la pasan brincando de un trabajo a otro. ¿A caso no saben de compromiso?
Sera que están tan acostumbrados a tener opciones y eso los encamina a seguir adelante a su conveniencia, como en Tinder.
Si tú eres uno de estos “jóvenes” profesionistas, ya sea millennial o centennials: perezoso y desmotivado en el trabajo, déjame compartirte algunas ideas y reflexiones.
Muchos de los profesionistas que han llevado una educación de primera se encuentran lejos de recuperar o equilibrar esa gran inversión que realizaron sus padres. La mayoría de estas personas trabajan donde se les brinda una oportunidad, sea de su agrado o no y a pesar de meses y años de permanencia, no se ve cerca ese punto de retorno de inversión. Entonces, ¿la historia del título universitario es falsa? ¿Sera que aquellos valientes disruptivos que desafían el sistema preestablecido y concebido tengan mayor suerte?
Nada está escrito ni tampoco todo es permanente.
Ahora bien, aunque el dinero es una fuerte motivación, no es la única. Permíteme enlistar algunos otros factores más.
Trabajo: funciones, responsabilidades e impacto
Las tareas que los empleos requieren hoy en día no son las mismas de antes. Lo que hace algunas décadas, incluso años, era de significativa importancia, hoy esas acciones no valen nada. Por otro lado, también tenemos gente con dos maestrías que están enviando correos de marketing en grandes empresas, entonces, ¿qué es lo importante? ¿Cuál es la ruta a seguir? Se requiere de un alto en el camino y revalorar las funciones, responsabilidades e impacto que nuestra participación en el mundo laboral tiene.
Habrá quienes aprecien y se sientan útiles recibiendo llamadas en horas atípicas de un superior para realizar determinadas tareas, mientras que otros tengan una definición o redefinición de la posesión del tiempo y se sientan más cómodos como “soloprenuer” trabando de 4 a 5 horas al día haciendo tareas diferentes.
Lo que nos lleva a la pregunta: ¿Por qué la gente está molesta porque una generación trabaja para ser dueña de su tiempo?
Sistema de creencias: obsoleto y disfuncional
Los seres humanos operan sobre las relaciones y las comunidades. Desde el principio de los tiempos, encontramos nuestro sentido de pertenencia en otras personas. Son estas personas que han transmitido de generación a generación ciertas creencias y dogmas universales (seguimos hablando del ámbito profesional y laboral), creencias como:
• Jornadas laborales de 8 horas
• Permanencia en los centros de trabajo
• Construir y cuidar la antigüedad
• Respeto a las políticas de oficina (sean cual sean)
Es decir, y en otras palabras, no desafiar al status quo. Sin embargo, trabajamos 8 horas al día cuando nuestro cerebro solo puede concentrarse de 4 a 5 horas, según la ciencia. Honramos más la permanencia que la calidad de vida y construimos motivaciones extrínsecas sobre la importancia de conocer y desarrollar los verdaderos potenciales de cada individuo.
Esto me lleva a…
Nuevos valores: flexibilidad y libertad
El trabajo basado en proyectos ha permitido que las personas ganen haciendo algo en lo que son buenos y que realmente se divierten haciéndolo y sobre todo, en menos tiempo.
No tiene nada de malo trabajar con un formato preestablecido ideal y personalizado: por la mañana o de noche, trabajar seguido o por bloques de tiempos, solo o acompañado, etc… Y resulta que estas opciones están disponibles en la economía y en los mercados hoy en día, dando como resultado una nueva relación con la libertad.
Sin embargo, no todo es positivo, vemos cantidad de jóvenes y no tan jóvenes utilizando estas herramientas y formatos para convertirse en influencers, que de entrada no tiene nada de malo, pero cuando el contenido no abona, ni contribuye a construir un mejor mundo, pues deja mucho que desear. Pero por mucho que este término nos haga temblar, pensemos objetivamente. Si hay placer en hacer algún actividad, y eres tan bueno en eso que la gente te paga, ¿qué tiene de malo?
Así que adelante, a construir un público, construir una marca, construir un negocio y hacerlo parte de la vida.
Lo ultimo
Los millennials y centennials han nacido en una vida donde reina la gratificación instantánea, donde obtienen lo que quieran solo con un click, 24/siempre bombardeados con opciones e inmensas facilidades y son estas características que generan la gran disyuntiva, ¿se aceptan y resignan o se pelean y rechazan?
La gran resignación ha ayudado a que más personas sean dueñas de su tiempo, generen riqueza, creen empleos y sean más felices.
Pensemos en las mamás que pueden iniciar un negocio desde la comodidad de sus hogares, de los visionarios que pueden arrancar proyectos de negocio sin pensar en los costos de rentar o participar en un entorno laboral estresante. O mejor aún, pensemos en la personas que pueden empoderarse haciendo cosas que aman.
No es que quieran las cosas demasiado rápido, quizá es solo que saben lo rápido que está cambiando el mundo y quieren aprovechar al máximo el tiempo. Mientras podamos porque no usar esa impaciencia para hacer las cosas.
David Martínez
RMR Consultores
david@rmr.mx